La ministra de Agricultura, de reciente nombramiento, y que hasta ahora nos parecía bastante moderada en sus formas, de pronto, para ponerse al paso de sus colegas, empieza a soltar parrafadas que, sinceramente, creo que ni ella misma entiende.
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La última: La clave “competitividad”. Para empezar, debería explicar qué entiende ella como “competitividad”, en los sectores del campo y su producción, en un momento en el que nos devuelven de Rusia los camiones llenos de frutas y hortalizas, más de 400 millones de pérdidas, y ella solo consigue una compensación de la Eurozona por 125 millones…
Sra. ministra, si su competitividad significa arruinar al campo con bajos precios, que no cubren ni tan siquiera los gastos de producción, vendiendo los melocotones a 20 céntimos, para que lleguen al mercado a 1 euro, para poder venderlos porque más de dos millones de familias no se los podrían permitir…; si competitividad es tener que pagar el agua a precios prohibitivos…; y regalar frutas y hortalizas en las calles de la ciudad porque el precio que pagan los intermediarios no cubre los gastos… Explíquenos ¿qué competitividad es la suya?
Entérese señora ministra, de que la competitividad viene de la mano de cosas como el alto coste del Euro en contravalor del Dólar: 1 euro- 0,68 céntimos de dólar…
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Que el mayor competidor de Europa en frutas y hortalizas es Israel, que cobra en Dólares para poder pagar más fácilmente su mercado de armamento.
Y sobre todo escuche cuando habla, Dragi: “reconozco que el crecimiento de la Eurozona es uniformemente débil”, que quiere decir lo mismo que digo yo: la Europa no es competitiva por el alto valor del Euro.
Y dígale a Ángela que empiece a entender que ya se ha llevado un varapalo en su crecimiento casi nulo del 0,2%. Lo que significa que sus recetas no son válidas.
