Sociopolítica

En el crepúsculo de una civilización (II)

QUIEBRA SOCIAL Y NUEVA CONCIENCIA

La historia de la humanidad ha llegado a un punto que no tiene más opción que cambiar de raíz sus presupuestos, porque hasta el presente no es otra que el conjunto de actividades de una especie dañina, la nuestra, cuya capacidad de destrucción entre sí y hacia su Planeta se ha multiplicado hasta el extremo de poner en peligro la existencia propia y la de todas las demás especies vivas sumidas por su causa en un proceso de extinción acelerada: la 6ª gran extinción. En esto hay una fervorosa aplicación colectiva con diversos grados de intervención, pues no es lo mismo usar un fusil que fabricarlo; no es lo mismo matar un animal que comer su carne; no es lo mismo mentir sobre una tontería que mentirle a una nación, como se hace a diario. Nada de esto es legítimo, pero hay grados y diferentes consecuencias y responsabilidad.

Estamos viviendo el fin de una Era marcada por el materialismo, la competencia despiadada, el egocentrismo, la violencia y la codicia. Este cóctel auto destructivo está acabando con la civilización que padecemos.

“Pero antes de que la sociedad nueva se organice, la quiebra de la sociedad actual precipitará a la humanidad en una era oscura y caótica. Así como se ha apagado Viena, festiva luz de la Europa de avant-guerre, se apagará más tarde Berlín. Se apagarán Milán, París y Londres. Y, último y grande foco de esta .civilización, se apagará Nueva York. La antorcha de la estatua de la Libertad será la última luz de la civilización capitalista, de la civilización de los rascacielos, de las usinas, de los trust, de los bancos, de los cabarets y del jazz band”.
(José Carlos Mariátegui. Publicado en Variedades: Lima, 16 de Diciembre de 1922).

¿Y en base a qué principios puede renovarse la sociedad? Si el poder, el tener y el prestigio, con su cortejos de violencia, codicia, usura, engaño, manipulaciones, fanatismos y otras calamidades han sido hasta hoy los venenos de la mente de las mayorías, parece evidente que el antídoto de esos venenos que están destruyendo esta civilización no pueden ser otros que sus contrarios, principalmente asentados en el altruismo, el respeto, la verdad, el espíritu crítico y semejantes. Por tanto la solución reside en un aumento de la conciencia. ¿De qué clase de conciencia?

Aunque muchos aún siguen creyendo en soluciones sociales y políticas basadas en la conciencia social, la historia ha demostrado con suficiente insistencia, revolución fracasada tras revolución fracasada, que la sola conciencia social no funciona si no se acompaña de una conciencia ética, de una moral personal de índole espiritual, pues todos esos elementos señalados como transformadores son elementos espirituales. Por tanto, la conciencia espiritual es el siguiente paso evolutivo de la conciencia en el proceso de transformación del mundo, lo cual solo será posible cuando exista el suficiente número de personas dispuestas a dinamizar su conciencia personal.

El término “espiritual”, como “amor”, “cristiano”, y otros semejantes ha sido tan manipulados por intereses ajenos a esos mismos principios que todos ellos se convirtieron en palabras de contenido adulterado, cuando no vacías o sospechosas. Hace más de veinte siglos que existe el Sermón de la Montaña, que vino precedido por otras corrientes espirituales como los Vedas. El problema es que esas enseñanzas fueron asaltadas, mediatizadas y degeneradas por clanes sacerdotales, y convertidas en instrumentos de poder jerarquizado y en fuentes de riqueza para esos clanes. Entre ellos destacan los más cercanos a nosotros en Occidente: las Iglesias que se auto titulan “cristianas”, sean católicas, ortodoxas o protestantes.

¿Cómo se puede corregir este mal que impide ver con claridad y distinguir lo verdadero de lo falso, lo moral y socialmente aceptable de lo inmoral e inaceptable? A esto contesta, por ejemplo, la actual profeta alemana Gabriele desde el cristianismo originario: ¡“Para esto es necesario un cambio absoluto en la educación! Lo conocido hasta ahora, las viejas tradiciones y costumbres, las ideas, el pensar cultural y las leyes de este mundo necesitan un cambio desde la base. Los nuevos tiempos traen la revolución espiritual: todo será nuevo, orientado hacia la vida en el espíritu de Cristo. El mundo actual, que es gobernado por unos pocos, que está quebradizo en su existencia, perecerá, ya que está condicionado al tiempo. El reino espiritual viene hacia la Tierra, el Estado de Cristo, con las leyes de los Cielos para los hombres que son de buena voluntad” (sic) “El pensar relacionado con este mundo se transforma. El pensar espiritual empieza a ganar espacio; el hombre se vuelve desinteresado. También la nueva cultura se irá construyendo sobre lo espiritual… (sic) “Los nuevos tiempos producen el cambio de educación del pensar materialista, del pensar egocéntrico, hacia el pensar desinteresado y espiritual: lejos del egoísmo. Hacia la unidad en y con Dios”
(Gabriele Wittek, en “Los hombres de los nuevos tiempos”)

ANTES DEL DESPERTAR

Los mayas no anunciaron el fin de este mundo, pero los cuatro jinetes del Apocalipsis trabajan a destajo antes de que se produzca la revolución espiritual. Y a quienes alcanza cualquiera de ellos, le arrancan todas las seguridades, todo el bienestar, todos los sueños de progreso. Y a miles, la vida a diario. Esto ya lo advirtió Juan de Patmos con mucha antelación, pero el lenguaje no parecía claro. Ahora vemos la esencia de ese vaticinio. El mundo material se halla en manos de los enemigos de la Vida, la verdad, la belleza, la armonía y la paz; y en manos de sus imitadores y de sus siervos incondicionales, que forman masas de dormidos. Y la muerte es el regalo que traen al mundo; la muerte espiritual, que es el sonambulismo del alma, las necesidades, las enfermedades y la muerte física.

La muerte del cuerpo nos llega de todos modos antes o después, igual que le ocurre a toda civilización, pero la de hoy llega antes de lo que decían los ricos y sus voceros pues ¿no estábamos hasta hace cuatro o cinco años en que habría un progreso sin fin y estados de bienestar en todo el Imperio? ¿Dónde está hoy todo eso? Sólo en los discursos mentirosos de los aspirantes a mandamases. ¿Quién de ellos no vende esperanza en un mundo mejor al que solo se puede llegar si se le vota? Y una y otra vez se engaña a los crédulos, hasta que estos aprendan a decir “basta”, igual que sucede a los niños cuando ya se cansaron de escuchar los mismos cuentos para dormir. No otra cosa que cuentos para dormir pueblos son las promesas de los mandamases, y mientras los pueblos no despierten seguiremos escuchando cuentos. Sin embargo, hay esperanza porque cada vez abren los ojos más sonámbulos. Dios les bendiga.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.