Admitiendo que las comparaciones son odiosas, en algunos casos son inevitables e incluso instructivas. Si tratáramos de establecer algún parangón entre las primeras apariciones públicas del ex presidente Felipe González, con los actuales candidatos a ocupar el cargo de Secretario General del PSOE, Madina y Sánchez, todo parecido sería mera coincidencia. Jocosamente y sin ánimo de menospreciar, juzgándolos simplemente por su físico, algo totalmente impropio, Eduardo Madina tiene todo el aspecto de adjunto a la dirección de una funeraria, y Pedro Sánchez idónea como protagonista de telenovelas.
Ya más en serio, llamar debate a lo que presenciamos días atrás, con independencia de soportar una vez más el ridículo y repetitivo apelativo de “compañeros y compañeras”, más apropiado sería definirlo como encuentro o comparecencia simplemente. La afirmación compartida por parte de ambos caballeros aspirantes, manifestando que si llegan al poder derogaran las medidas aprobadas por el PP, comenzando por la reforma laboral, parece un poco precipitado, denotando un escaso sentido de Estado. Todo parece indicar que previamente a tomar ciertas decisiones convendría estudiar con más prudencia y profundidad nuestra propia situación socio-económica. Pueden entenderse sus ansias de poder, pero jamás volver a hundir el país como ya se encargo el desdichado Rodríguez Zapatero en sus casi ocho años de Gobierno.
Bien harían Madina y Sánchez en observar la política que están siguiendo nuestros vecinos franceses que con un 11% de paro viven angustiados con las reformas y recortes del primer ministro, Manuel Valls (PSF), quien se ha propuesto reducir el gasto público en 50.000 millones de euros para reflotar su país (gasto público, eliminación de municipios, prestaciones, sanidad, etc), por encima de siglas e ideologías, pero con la confianza de que los ciudadanos sabrán asumir el sacrificio que ello representa, e igualmente tomar muy buena nota de las políticas adoptadas por los restantes gobiernos europeos, donde gozan de unos porcentajes de desempleo, nada que ver con nuestro insufrible 25%. España no está en condiciones de admitir que por torpes intereses de poder, se asuman políticas que encierren serios peligros para nuestro futuro.
En efecto, eso del “aparato” referido a los partidos, no suena especialmente bien y algún erudito, entre los cientos de asesores de que disponen, debería encargarse de definir y explicar en que consisten, para que sirven y como actúan. Según dichos artilugios políticos, en la contienda por heredar el cargo de Rubalcaba, ahora apoyan al madrileño Sánchez aunque a tenor de los últimos rumores, filtrados por el enemigo, cabe que salte la sorpresa y la militancia se decante por Madina.
Votantes y simpatizantes del PSOE demandan a los contendientes aunque con escaso éxito que, en lugar de discrepar sobre una sentencia del 2011 sobre el asedio al Parlamento catalán, lo hicieran refiriéndose a proyectos y medidas concretas tendentes a mejorar la imagen del partido y situarlo en posibilidad de volver a recuperar el poder en los próximos comicios.
Como es normal, todos los procesos electorales provocan divisiones y enfrentamientos. Llama la atención como la izquierda está decantándose por hoteles de cinco estrellas gran lujo para celebrar actos políticos. Recientemente lo hizo Pablo Iglesias (Podemos) en hotel Rich, y ahora Madina ha invitado a los 110 diputados del PSOE a un desayuno, nada menos que en el hotel Villamagna, algo chocante dado que personalmente ocupa el número dos en el Congreso. Como es lógico, nadie supone que dicha invitación correrá a cargo de su bolsillo, y como era de esperar ya ha sido muy criticado por sus propios correligionarios. La verdad es que en algunos aspectos los socialistas meten la pata con una facilidad pasmosa, de ahí las ocasionales discrepancias del ex presidente González.