Me metí al Bernabéu.
Esperé toda la noche y cuando se inició el clásico, llegaba el momento soñado para este viejo fanático del fútbol… se me erizó la piel.
Es el sueño de tu vida –no viendo al Messi o al Iker– sino el fenomenal griterío, el tremendo bullicio que anuncia otro clásico de historia…
A tus setenta años corrés hacia la cancha y apenas lográs llegar a la portería de Valdés.
Y el ahogo, el sofocamiento de la emoción y la carrera y los gritos y la gran multitud que levanta el fenomenal ruido.
Y todo se junta en tu pecho y te mata.
Pero cumplís el sueño de todas las sectas de fanáticos del mundo futbolístico, y pasás a la historia como el fanático que muere a la vista de todos en un clásico.
Y te despedís de la tierra, feliz, viendo el cielo del Bernabéu…