Con tan solo 23 años Jane Goodall viajó por primera vez a África. Fascinada desde su infancia con este continente, conoció al famoso paleontólogo Louis Leakey y se convirtió en la primera de sus tres ‘ángeles’. Dice haber releído de pequeña muchas veces El libro de la selva y posteriormente Tarzán, hasta pensar que este se casó “con la Jane equivocada”. Estos días ha visitado España y, aprovechando la invitación de la Junta de Castilla y León al Museo de la Evolución Humana y a los yacimientos de Atapuerca, hablamos con ella.
¿Cuál fue la reacción de su familia cuando decidió por primera vez irse a África?
Fue mi madre quien me apoyó. Mi padre no estaba porque se marchó cuando se divorciaron. Mi abuela me dijo que estaba completamente loca. La primera vez fui al Parque Nacional de Gombe en Tanzania por mi cuenta. Volví a Londres para conseguir dinero, y después me fue complicado obtener permisos para viajar de nuevo a África, porque las autoridades no se hacían responsables de tener a una chica joven aislada en la selva. Entonces mi maravillosa madre vino conmigo cuatro meses a África.
Llegó al continente africano sin formación universitaria en el campo de la paleontología y empezó a trabajar para Louis Leakey, ¿cómo lo conoció?
Lo conocí en el Museo de Historia Natural en Nairobi. Alguien me dijo que si estaba interesada en los animales tenía que conocer a Louis Leakey. Cogí un mapa, lo llamé, le dije que quería conocerlo y él me
contest
ó que fuera cuando quisiera. Cuando llegué al museo me lo enseñó y me empezó a hacer preguntas sobre las especies animales que había allí para ver qué sabía. Por suerte, había pasado horas en el museo de Londres y podía responder a sus preguntas. Esto le sorprendió mucho porque era una chica inglesa joven, sin carrera universitaria. Me dio trabajo como su secretaria y pude ir a un lugar que hoy en día es muy famoso, la garganta de Olduvai. Después de trabajar todo el día allí, sacaba tiempo para encontrarme cara a cara con los animales que vivían en la zona y fue cuando Louis Leakey me propuso investigar sobre nuestro pariente más cercano, el chimpancé.
Son muchas sus investigaciones sobre esta especie, pero ¿qué cuestiones le han quedado por resolver?
Los chimpancés pueden vivir unos 60 años y cada uno posee una personalidad diferente. Además, tienen diferentes historias de vida, algo que a nosotros nos sorprende mucho. Ocasionalmente, por ejemplo, los chimpancés pueden tener gemelos y es fascinante observar las relaciones que establecen estos pequeños comparados con otras crías. También hemos visto que cuando hembras ajenas entran a un grupo de chimpancés, estos persisten en matarlas a ellas y a sus crías, y no sabemos por qué las matan. Esto ha ocurrido un año después de que hayan llegado al grupo y no entendemos el porqué, ya que es muy probable que sean sus propias crías. Es un comportamiento muy extraño. Se convierte en un hábito muy destructivo.
Uno de sus hallazgos es precisamente que pueden ser muy agresivos e incluso mantener crueles guerras entre grupos durante años. Me imagino que temió por su vida en múltiples ocasiones.
Bien, cuando estaba con los chimpancés, al principio me trataban como si fuera una depredadora e intentaban echarme. Era consciente que podían hacerlo porque son tres veces más fuertes que yo. Eran muy grandes, trepaban a los árboles y me amenazaban balanceando las ramas. En una ocasión uno de ellos me golpeó la parte de atrás de la cabeza, fue aterrador. Otras veces, cuando los machos exhibían su fuerza a los otros, si te encontrabas en su camino, te tiraban. Dos o tres veces estuve a punto de caer por un barranco por este motivo. En otras ocasiones tuve que subirme a un árbol por culpa de un búfalo, huir de un leopardo o quedarme muy quieta para que una serpiente no me atacara.
¿Cuáles son los argumentos por los que está en contra de la investigación biomédica con primates?
Estoy muy en contra de ese tipo de investigación. Está probado que no son útiles para estudios médicos. Hay un panel enorme de investigadores en Estados Unidos que han estudiado todos los procedimientos que se han hecho utilizando chimpancés en los Institutos Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Encontraron que casi ninguno produjo en realidad ningún resultado útil.
Recientemente una misión iraní envió un pequeño mono al espacio, ¿qué opina de este tipo de prácticas?
Es horrible, debió de ser terrorífico. Los primeros chimpancés que se enviaron al espacio murieron por un aumento en el tamaño del corazón, debido probablemente al estrés. Existe una historia, la de Ham, el primer chimpancé que se llevó al espacio, que cuenta que estaba tan asustado dentro de la pequeña cápsula que sus entrenadores decidieron demostrar a los periodistas que no era así y cuando quisieron devolverlo a la cápsula, estaba tan aterrorizado que entre cuatro hombres no eran capaces.
Usted sabe que en España tenemos corridas de toros. En estos momentos hay una propuesta parlamentaria para declararlo bien cultural. ¿Qué opinión le merece?
Por lo que yo sé, una ganadería tiene vacas y toros, que tienen sentimientos. Sienten tristeza, estrés y miedo. Lo único que puedo decir de las corridas de toros es que, si yo fuera un toro, estoy completamente segura de que no querría participar en una corrida.
Respecto a los zoos y los parques que tienen a los animales en cautividad, ¿cree que es una buena opción para la conservación de especies?
Están mejorando mucho. Algunos desarrollan programas de reproducción en cautividad, estudian la genética de las especies e incluso recaudan dinero para conservar a los animales en su hábitat natural. Pero, además, se debe hacer un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de estos animales dentro de los zoos dándoles algo que hacer: retarles, hacerles pensar, hacerles trabajar. Es muchísimo mejor.
En la actualidad no desarrolla investigaciones científicas, ¿qué meta se ha propuesto?
Soy científica, pero ahora no hago ciencia, viajo los 365 días del año sensibilizando al público para que tengan mayor conciencia ecológica. Esto implica tener un conocimiento científico para expresar lo que sabes sobre el mundo, porque lo que se comunica a la gente tiene que tener una base científica. Estoy muy agradecida de haber hecho mi doctorado y aprender el método científico, me ha servido de mucha ayuda. Aprendí a pensar de forma más racional.
¿Podría explicarme cómo surgió la idea de crear el proyecto educativo que lidera, Roots Shoots?
Conocí a mucha gente joven que parecía no tener esperanza en el futuro, estaban enfadados, el instituto y la universidad les parecían deprimentes. Cuando les preguntaba por qué, todos contestaban básicamente lo mismo: “Hemos nacido con nuestro futuro en peligro y no podemos hacer nada”. Eso es terrible, pero yo creo que no es demasiado tarde. Lo importante es que la gente joven tenga esperanza y fuerza para contagiar a sus padres y profesores.
¿Qué puede hacer un ciudadano de a pie para conservar el entorno?
Una de las cosas por las que nosotros luchamos es proteger el hábitat y combatir la caza furtiva. Hay que educar, esto es fundamental. En África, a la gente que caza hay que darle recursos para que tengan otra actividad de la que puedan vivir, no puedes esperar que dejen de hacerlo porque sí, es su forma de vida. Pero no solo en África, también en España, en cualquier parte hay que proteger lo que aún nos queda.
¿Cree que ha conseguido todos los sueños que perseguía de pequeña?
No. Tenemos que hacer un mundo más sostenible. Mi sueño es crear una masa crítica de gente joven que entienda que necesitamos dinero para vivir, pero no podemos vivir para el dinero. Es preciso que nos alejemos de este terrible estilo de vida tan materialista.
Esta tarde Jane Goodall recibe en el Congreso de los Diputados el premio internacional de la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales. En 2003 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica.
Eva Rodríguez
SINC