Así es, señores jueces, asumo plenamente mi culpabilidad en este delito político que implica pretender cumplir el derecho constitucional y las leyes concordantes de enseñar las maravillas del noble sistema cooperativo en las escuelas.
Recuerdo en estas aciagas horas mis días lejanos de maestro rural en mis inicios en el oficio de educador, cuando en caminos polvorientos conocí a la supervisora escolar Lina Friederich de Acuña quien entusiastamente me estimuló para que enseñara cooperativismo escolar. De allí en adelante se iniciaría mi delito.
En mi doble condición de maestro y cooperativista no hay mayor castigo que el de no poder ejercer ambos oficios, estoy proscrito, estoy encadenado y ¡la educación cooperativa proscrita y encadenada!
Confieso que muy a menudo me asalta la idea de emigrar, buscar nuevos horizontes, considerar nuevas perspectivas o tal vez imaginar una pronta jubilación sea la respuesta adecuada a esta situación.
Sé que nadie podría reprocharme flaqueza de espíritu o mezquindad, pues aquilato suficiente años de tolerancia y entrega en esta lucha digna. No se trata de nada parecido, se trata de testimoniar cuán grande son las trabas burocráticas que frenan el proceso educativo cooperativo escolar y universitario.
Es hora de reiterar las razones que nos animaron enseñar cooperativismo en las aulas formoseñas, y para ello, qué mejor que transcribir el Prologo que escribiera la Dra. María Argentina Gómez Uría, Presidenta de la Unión Internacional de la Cooperación y Mutualismo Escolar-UICE-, en los Diseños Curriculares de Educación Cooperativa y Mutual Escolar de nuestra autoría:
El cooperativismo no nace con uno sino que se aprende. En José Yorg y Ana María Ramírez de Yorg he encontrado una vocación cooperativista que, sin desmayos en su largo trajinar de maestros tierra adentro, ha encontrado una manera de ¨formar¨ para la vida a sus alumnos.
Sus experiencias, sus investigaciones, su afán de servicio, su amor por los niños, han enriquecido su enseñanza áulica y el contacto de ésta con el entorno comunitario que rodea la escuela.
La enseñanza que parte del aula contagia el ambiente con los valores humanos que la cooperación ha reflejado en sus principios rochdalianos que la sustentan.
Así lo han visto, y así lo transmiten, estos dos maestros argentinos que vuelcan lo que la vida sana y el estudio constante les ha ofrecido para sembrar, desde los primeros pasos escolares, lo mejor del ser humano, su afán por servir, Formosa, una de las provincias más necesitadas de la Argentina fue la receptora de sus inquietudes.
Todo un desafío para Formosa y desde Formosa, para toda la Argentina y América Latina pese a lo que manifiestan sus autores de ¨… haber aceptado más allá de nuestras limitaciones, el desafío de mantener vigentes los valores Cooperativos y Mutuales en las aulas formoseñas.
Que sirva este ¨desafío¨ para que miles de docentes que viven con sus alumnos las bondades de esta actividad escolar bien entendida, vuelquen sus hermosas experiencias en escritos, folletos, trabajos, libros que han de demostrar cuán grande es su creatividad, su responsabilidad frente a sus educandos, su afán de servicio. El amor por este trabajo vocacional, tan poderoso para un pueblo instado a formar conciencias sanas y responsables en lo más valioso de toda comunidad, sus niños y su juventud, es el deber ineludible de quienes se vuelcan a la tarea educativa.
José y Ana María Yorg así lo ha entendido y así lo practican y transmiten con generosa entrega para que cada receptor se enriquezca y haga crecer con su creatividad esta herramienta pedagógica.
Enseñar mediante vivencias en unión, libertad y democracia; con responsabilidad solidaria; respetando la cultura y la idiosincrasia de todo pueblo y ser humano; es aprender a convivir en Paz y Progreso. Es una forma de conseguir la meta que todos buscamos en la vida: la Felicidad.
Que nadie nos quite esta oportunidad de conseguirla.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!