Enfoques cooperativos; Hoy: “Algunos desafíos de las cooperativas agrarias brasileñas”
Por José Yorg, el cooperario.
A invitación de mi amiga Joana D^arc Nogueira de SÁ£o Paulo, consultora sobre desarrollo financiero y ligada al sector cooperativo, me atrevo a opinar tímida y respetuosamente sobre algunos desafíos de las cooperativas agrarias brasileñas.
En verdad, más allá de las peculiaridades que presenta el sector cooperativo brasileño, no escapa mucho a la realidad de sus pares latinoamericanos, en razón a su convivencia en ambientes claramente hostiles a la cooperación como modelo productivo superador.
Ese ambiente al que referimos es lo que se da en llamar la globalización de los mercados y dentro de éste los agroalimentarios que impuso un mecanismo que vincula producción con agregado de valor, cadenas productivas que conllevan especializaciones de alto nivel e influencia en que el capital financiero, de trabajo, social, etc., confluyen para dinamizarlo, por tanto, aquí encontramos a las grandes cooperativas integradas en la exportación de commodities.
Los productores corporativizados de bienes primarios orientados al mercado interno, acotados por cierto en sus actividades, por diversas motivaciones alcanzan reducidos beneficios.
El papel del Estado hacia estos dos segmentos cooperativos es francamente dispar y tiene sus luces y sombras. Baste recordar las palabras del Dr. Roberto Mangabeira Unger, ex ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil cuando describió el ambiente demorado en que se desenvuelven las cooperativas: «Brasil hierve de vitalidad emprendedora y creativa, pero está sujeto por una camisa de fuerza de instituciones, prácticas e ideas que suprimen esa vitalidad, en lugar de instrumentalizarla”.
No puedo en este punto dejar de repetir lo que afirmé en otro articulo sobre esta cuestión decisiva: “Coincido ampliamente con el Sr. Ministro Roberto Mangabeira Unger- cuando éste afirmó que “el cooperativismo es el mejor camino a seguir para que Brasil dé el salto adelante, que puede y necesita dar, sobre todo teniendo en cuenta la actual crisis internacional.”
Quebrar esa camisa de fuerza que impide o frena el desarrollo económico brasileño y en especial a las cooperativas, es el mayor desafío, y ello se logrará si se alcanza juntar suficiente poder político que incida decididamente en las decisiones favorables que desde el gobierno deben tomar.
Por tanto, esa brecha entre cooperativas poderosas y cooperativas modestas debe ser aniquilada a partir de un proceso de integración institucional y empresaria que beneficie a ambas partes y de tal modo se visualice en el contexto político con mayor presencia e influencia.
Sin dudas en el sentido apuntado urge que las cooperativas capaciten a sus miembros y gerentes para que sean eficientes a la hora de afrontar los desafíos de este tipo de alianzas estratégicas organizacional con un enfoque de desarrollo equilibrado y equitativo de la agricultura sustentable, orientado, tanto al mercado interno, como externo.
El cooperativismo no puede ni debe replicar las distorsiones de las empresas de capital en el mercado que anulan a sus pares de menor capacidad empresarial. Por el contrario, y en función a sus valores y principios cooperativos deben apresurar con vigor necesario un modelo de cooperación dinámica integradora mostrando así la fortaleza que lo caracteriza.
Tal vez muy pronto Europa requerirá grandes volúmenes de alimentos en razón a la crisis aguda y crónica que atraviesan y ello se materializará también como un desafío a satisfacer por Brasil y en especial por sus cooperativas agrarias.
Valoro repetidamente las expresiones de Roberto Mangabeira Unger, quien afirmó que “el país tiene interés estratégico en que esa experiencia ejemplar del cooperativismo agrícola supere los problemas que enfrenta y pueda ayudar a señalar el camino que el país debe seguir, y el Estado brasileño debe llevar adelante una revolución, y que el terreno más fértil para llevarla a cabo es en la agricultura, en particular, en la cooperativa.”
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!