El ajedrez, como es bien sabido, es un juego especulativo, un juego que reclama de sus dos contendientes una utilización del raciocinio estratégico y táctico singular, toda vez que cada quién decidirá el movimiento de sus piezas en cada turno y en ello se juega o se construye-precisamente-la victoria o el fracaso.
Han sucedido acontecimientos en el mundo que creo que nadie se ofendería si encontrásemos similitud con el juego de ajedrez por las características estratégicas de los movimientos incursos en el tablero de los opresores y oprimidos, dos campos muy complejos e imbricados, en realidad.
Latinoamérica cobra una singular importancia actual que, les pese a quienes permanentemente afirman que esto no es así, esa importancia está dada, al menos por dos experiencias: la aplicación del neoliberalismo y el surgimiento de nuevas luchas independentistas. El resultado de ambas experiencias que son consecuentes, son “malos ejemplos para Europa”, en ebullición por cierto.
He allí un escenario, he allí el tablero del ajedrez dividido en 64 escaques.
¿Qué es lo que esperan los impugnadores del humanismo que suceda en el mundo? Esperan que muerto el perro latinoamericano, muera la rabia. Esperan un milagro argentino.
Pero si el capitalismo pudiera entrar en una nueva fase de bienandanza, ello implicaría naturalmente no tan sólo la estabilización, sino también el ascenso del desarrollo del capitalismo, y que a su vez implicará, por tanto, de un debilitamiento de los movimientos ecologistas, socialistas, reformistas, progresistas y demás.
Pero es que no existe el menor asiento para esperar sin cansarnos que la reactivación económica podrá darse en Europa, pues cada vez expolia menos a Latinoamérica para conservar su buen vivir, esa es la tendencia inevitable, por eso expolia más y más a los propios sufridos europeos. ¿O es que aún no se percatan?
Reflexiono que en un término de período muy breve, esta situación probará al mundo que el capitalismo tiene en sí mismo contradicciones infranqueables que empujará a manifestaciones de insatisfechos más escalofriantes.
Para avanzar hace falta un horizonte, una guía, una hoja de ruta para saber dónde queremos enrumbarnos para acabar con tanto sufrimiento. Es mejor que pongamos nuestra mirada en el sistema cooperativo, entonces.
Este noble sistema de mutualidad nació precisamente en las profundidades del capitalismo como una redención social y económica para la humanidad, llamante de justicia social.
Lo he dicho y lo ratifico en medio de este tablero ajedrecístico convulsionado:
“Si antes no conocemos la doctrina cooperativa, si antes no albergamos en nuestros corazones y mentes los nobles propósitos del cooperativismo, no podríamos tan siquiera pensar que los males sociales de hoy pueden ser superados por el método cooperativo. Allí radica su esencia, la promoción de la utopía”
“Nos ilustra con toda excelencia Paul Lambert cuando nos dice que ciencia y doctrina son compatibles. La ciencia nos explica lo real, nos describe las leyes de funcionamiento del objeto en estudio, pero no va más allá. La doctrina juzga y propone”.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!