En Latinoamérica, se sabe hasta el cansancio, la pobreza es alta por la incapacidad, mejor dicho, por lo perimido y agotadas funciones de las estructuras económicas actuales, incapaces completamente ya de incorporar fuerza laboral al proceso productivo.
Al no modernizar las estructuras y tampoco estimular nuevas y vigorosas formas de organizar la producción, rigurosamente miles y miles de personas aptas y fecundas exceden la demanda de la misma. Esto nos lleva indubitablemente a develar las profundas causas del subdesarrollo y consecuentemente a habilitar un tiempo de debate propositivo.
No es posible seguir con un sistema productivo expulsivo y marginador sin medir las consecuencias, tanto para las personas afectadas, como para la naturaleza misma que en grado sumo se degrada y se vuelve estéril.
Ahora, si lo que queremos es construir una sociedad que tiene como meta el pleno desarrollo humano, el pleno empleo y el bien estar general, debemos pensar en mecanismos de transformación benéficas social y mayoritariamente.
En el contexto analizado, la reforma agraria integral es una vía necesaria y de mucha razonabilidad social y económica. Dar una vuelta de hoja al modo tradicional y caduco de producir, salir del latifundio y avanzar hacia la cooperación agrícola-ganadera industrial.
Pocas veces los medios de comunicación reflejan otras ópticas de pensamientos y así la población se priva de conocer alternativas, felizmente, en nuestro caso, encontramos eco favorable y nuestra columna “Enfoques cooperativos” es generosa y ampliamente difundida, y por ello, nos sentimos en creciente responsabilidad y nuestro agradecimiento es de puro corazón.
Así expuestas las cosas quedamos habilitados para señalar que el cooperativismo sintetiza doctrina y ciencia.
En este punto seguiremos a Rogelio Villegas comenzando en su artículo “Teoría de la cooperación” desde la Revista de la Cooperación Internacional de la ACI cuando nos ilustra convenientemente sobre este importantísimo punto:
“La teoría de la cooperación, como ciencia tiene por tarea explicar lo que es y predecir lo que puede ser y por lo tanto observa la cooperación cooperativa como un fenómeno, de tal manera que puede sacar conclusiones sobre las condiciones en las cuales se da el fenómeno cooperación y cuáles son las tendencias futuras de su desarrollo. Así como el meteorólogo explica en qué condiciones se da el fenómeno lluvia o precipitación pluvial, así al observar el fenómeno de la cooperación y al saber en qué condiciones éste se da, el investigador de la cooperación está en situación de predecir cuándo se dará o cuándo cesará el fenómeno de la cooperación en una sociedad cooperativa.”
“Con estos saberes, está (estamos) en situación de proporcionar las condiciones que permiten organizar con éxito las cooperativas”.
Pues bien, la condición sine qua non es la educación y capacitación para alcanzar la participación responsable y creativa, debemos derrotar al analfabetismo cultural del ciudadano/a que suplica y por el contrario avanzar en la formación del ciudadano/a que se organiza empresarialmente, que autogestiona, que asume decisiones y controla.
Los cooperantes no somos, en modo alguno, meros soñadores, alejados de la realidad, sabemos por estudio y práctica que no es fácil luchar contra los hábitos de pereza y de mezquindades, del sálvense quien pueda, subvalores inculcados y adquiridos en sociedades empobrecidas e injustas.
Otro factor negativo instalado en nuestras sociedades latinoamericanas, que se da, a la vuelta a procesos democráticos, es que se hace común observar en las sociedades un gran nivel de incredulidad hacia la política y de los políticos y desarrollan actitudes de gran apatía, y es que la gente está cansada y fastidiada de promesas incumplidas. Es la hora de asumir autogestión.
Nuestra experiencia de más de dieciocho años en el oficio de enseñar cooperativismo nos permite afirmar categóricamente que las personas y los pueblos tienen potencialidades y experiencias valiosas que encuentran fecundos causes dentro de organizaciones que facilitan la participación compartida, pues liberan y potencian en el trabajo libre.
En el transcurrir del trabajo dirigido y compartido, las personas resuelven sus problemas comunes, sean falta de alimentación, empleo, educación u otros, se produce en ellos una transformación benéfica, pues incrementan su autoconfianza, se valoran y se respetan mutuamente y así inauguran un ciclo nuevo y esperanzador. Aprenden con la guía de los principios y valores del poder de la cooperación.
De allí, nuestro celo en cuidar que no existan desvirtuaciones perjudiciales al método cooperativo y se conozca y aprenda popularmente cómo llevar adelante procesos de aprendizajes cooperativos, puesto que así garantizamos un genuino proceso educativo de transformación de las personas que, de ser pasivos sujetos, pasan a convertirse en capaces de construir su propio destino.
Por ello encontramos certeza en la formula simple, pero definitiva de: “¡Juntad diez personas bajo la concepción de unidad y habrá cooperativismo, por el contrario, juntad diez personas bajo concepción individualista y habrá esclavitud!
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!