¿Qué nos ha pasado? Estábamos en plena bonanza económica, nos sentíamos en la ‘Champions League’ de la economía mundial, consumíamos al nivel del poder adquisitivo de Alemanía con los sueldos nuestros, de España, y, de repente, de la noche a la mañana, sin que apenas nos diéramos cuenta, nos vemos envueltos en una crisis de dimensiones catastróficas.
¿Qué nos ha pasado? Tan felices nos encontrábamos con nuestros 20 millones de trabajadores, con nuestras legalizaciones masivas y con nuestra capacidad de crédito, que no nos dimos cuenta, o no nos quisimos dar cuenta de que todo era una burbuja.
Porque nuestro crecimiento económico no era más que éso, una simple burbuja, una simple burbuja inmobiliaria. Una burbuja que comenzó con el gobierno de Aznar y se mantuvo con el de Zapatero, hasta que explotó. Y cuando explotó demostró lo que todos ya sabíamos, pero no queríamos reconocer, que nuestra economía tenía y tiene un claro problema estructural, un problema que ningún agente social o político ha querido hacer frente, hasta ahora, claro está, que estamos en crisis, en un ejemplo más de la típica personalidad ventajista española, al grito de ‘hagamos leña del árbol caído’.
Pero yo me pregunto una y otra vez, ¿dónde estaba el PP cuando la burbuja inmobiliaria se inició con el gobierno de Aznar? ¿Dónde estaban los sindicatos cuando la economía iba viento en popa y a toda vela? ¿Por qué nadie se atrevía a ir contracorriente?
Porque son los momentos de bonanza económica los que tienen que ser aprovechadas para realizar reformas estructurales, porque éstas se realizan con la vista puesta en el futuro, ya que el presente está solucionado, lo que garantiza que sean medidas racionales y eficientes, mientras que si se realizan las reformas estructurales en momentos de crisis, éstas se realizan con la vista puesta en el presente, ya que el futuro es incierto, lo que garantiza que sean medidas improvisadas y populistas.
Sin embargo, los gobernantes y los sindicatos españoles prefieren mirarse la barriga cuando las cosas van bien y atribuirse méritos que no son suyos, en lugar de dedicarse a realizar su trabajo de manera eficiente y en aras de mejorar , y poner el grito en el cielo cuando las cosas van mal, aprovechando sus ventajas.
En estos momentos la economía mundial está sufriendo una grave crisis que está sacudiendo España con una fuerza mayor, debido al claro problema estructural de nuestra economía, y por ello se comienza a plantear el horizonte de 4 millones de personas desempleadas para finales de este año 2009.
Y todos critican, ahora, y todos piden soluciones, ahora, y todos dicen ‘ya te lo advertí’, ahora, pero cuando se estaba abonando el terreno para estas cifras de desempleo, cuando todos los empleos generados estaban relacionados, de manera directa o indirecta, con la construcción, nadie decía nada.
La economía estaba en pleno auge, y ese auge debía de haber sido aprovechado para realizar reformas estructurales para evitar la tremenda dependencia de nuestra economía de un solo sector. Pero no se hizo, y ahora nos toca llorar.
En definitiva, entre todos la mataron y ella sola se murió.