Sociopolítica

Erdogan y el Poder del Islam en el Mediterráneo occidental (y II)

A veces, tal vez por intereses de las mismas personas que califican de actitudes racistas a quienes critican sus valores tradicionales como causa de su rechazo a los derechos individuales, se trata de confundir lo que es racismo, segregación por razón de la raza, con la crítica a un sistema de valores religiosos que difunden el rechazo a las libertades y fomentan la sumisión a un dios. Alá en este caso. Cuando lo ideal sería una sociedad multirracial que participa, porque están integradas todas sus razas, en un mismo sistema de valores que no puede ser otro que el que se construye sobre la igualdad y la libertad.

Si proclamamos la igualdad es porque las sociedades no pueden establecer discriminación en razón de las diferencias raciales pero sí deben proteger las libertades contra todos sus enemigos. Sean de la raza que sean. Pero tampoco puede permitirse que se establezcan diferencias, segregación, por razones de sexo entre hombre y mujeres porque las mujeres también son iguales a los hombres en nuestros sistemas democráticos. Y siguen siendo iguales aunque ellas proclamen su esclavitud en nombre de sus dioses. Esta convicción no nace de un gesto de libertad sino del miedo y de la sumisión a su dios y a su macho. Y mientras sigan sometidas a la dominación de sus familias y tribus patriarcales será imposible que entiendan qué significa ser libres.

El Islam, como lo ha sido y sigue siendo el cristianismo desde sus orígenes bíblicos, independientemente de las razas que lo transmitan, que pueden ser de raza blanca, es un enemigo declarado de la libertad. Como toda religión monoteísta. Rechaza hasta la Declaración Universal de Derechos Humanos. Rechaza la igualdad porque discrimina a las mujeres y rechaza la libertad porque persigue la libertad de conciencia y la libertad religiosa cuando ésta es entendida como defensa contra la dominación del Poder de cualquier dios. Evidentemente, rechaza la democracia y el sufragio universal porque sólo se desarrolla en países dictatoriales y teocráticos y porque la mujer nunca podrá votar independientemente.

Erdogan está tratando de poner en práctica un Estado totalitario en el que la ley coránica, como fue el nazismo en Alemania, se imponga a todos los ciudadanos, súbditos de dios. Demuestra que bajo la ley coránica es imposible la libertad porque es imposible la coexistencia del Islam con otras ideologías en un mismo Estado. Lo que nos conviene saber a los europeos es que, hoy, los musulmanes participan de un entusiasmo colectivo, una ilusión fanática, que si bien no se corresponde con su situación económica en sus países, donde la miseria es el modo de vida de la mayoría de sus habitantes, les hace creer que el Islam, como lo fue el nazismo, es una ideología de salvación. También ocurrió con el cristianismo.

Bajo esa influencia fanática y salvífica no sólo no se integran en el sistema de valores democrático sino que lo desafían organizándose en torno a las leyes coránicas, a sus tradiciones tribales y familiares. Haciendo de sus comunidades musulmanas en Europa centros de resistencia de sus tradiciones frente a las libertades. El crecimiento demográfico hará el resto en una Europa demográficamente en retroceso frente a unas comunidades musulmanes demográficamente expansivas. Por cada europeo que muere aumenta la población musulmana.

El Islam es, por tanto, objetiva y demográficamente, una amenaza política y religiosa para la libertad en Europa. Fijémonos en varios elementos: el estado de ánimo y la conciencia colectiva, la situación social y económica y la explosión demográfica desde Afganistán hasta Egipto pasando por el Norte de África. En este mundo islámico el desarrollo de las fuerzas productivas está prácticamente paralizado porque entra en contradicción con la estructura sociopolítica de las sociedades musulmanas. Temen que ocurra como en Occidente, que el desarrollo de la ciencia y la tecnología desarrollen fuerzas productivas que fomente la formación de familias independientes y de individuos autónomos, desestructurando las tradiciones tribales y estatales. El desarrollo científico-técnico se concentra en núcleos generalmente relacionados con industrias de armamento. El subdesarrollo es a los poderes políticos y teocráticos a quienes interesa. Y sólo un desarrollo tecnológico controlado, imprescindible para atender algunas tecnologías modernas. Y todo desde la perspectiva del armamento militar.

Desde los años ochenta, los países del norte de África, con la excepción de Libia y en parte Argelia, han aplicado el mismo modelo económico, articulado en torno a programas de ajuste estructural, liberalización interna y externa de sus econo­mías y privatizaciones. Los resultados de esta política económica han sido poco alentadores y, en cualquier caso, inadecuados para la fase de transición demográfica que atraviesan estos países, con una población extraordinariamente joven (70% con menos de 30 años y 30% con menos de 15 años) y un aumento exponencial de la población en edad de trabajar. Entre 1980 y 2010, el crecimiento medio real de la renta per cápita de los países árabes fue de menos del 1%, frente al 4,5% de la media mundial. Además, ese crecimiento no se repartió adecuadamente entre clases sociales y regiones, dando lugar a un aumento de las desigualdades. Tampoco desde un punto de vista estructural la economía se ha desarrollado, pues en 2009 el peso del sector manufacturero en las economías árabes seguía siendo de media el más bajo del mundo (un 10%)… y el mismo que en 1970.

Desde ese punto de vista, las revueltas de 2011 suponen también una constatación del fracaso de 50 años de políticas económicas para dar con un modelo de desarrollo que conjugue crecimiento, empleo, cohesión social y territorial e inserción internacional. Resulta significativo que las revueltas se hayan producido en primer lugar en los dos países más competitivos y más reformadores (desde un punto de vista económico) de la región, Egipto y Túnez, y donde aparentemente más éxito estaba teniendo el modelo económico convencional (al menos a juzgar por los elogios recibidos de las instituciones internacionales). El cambio de régimen político hace aún más acuciante el replanteamiento del modelo económico necesario ya desde hace al menos un par de décadas.

Ahora bien, la inestabilidad política y social creada por las revueltas y el proceso de transición han empeorado drásticamente las perspectivas económicas a corto plazo de estos países, y reducen así su capacidad para acometer reformas estructurales: según un informe publicado por el Institute for International Finance, The Arab World in Transition: Assessing the Economic Impact, tanto Túnez (-1,5%) como Egipto (2,5%) experimentarán caídas de su PIB en 2011, con un colapso del turismo (con tasas de ocupación por debajo del 20%), las inversiones extranjeras (-36% han caído las intenciones de inversión ya en Túnez en 2011) y las exportaciones (-13% la producción industrial). A corto plazo, es muy probable que estos países experimenten también un incremento de la inflación y un aumento de su déficit por cuenta corriente y presupuestaria, lo que provocará un aumento del riesgo del país y un deterioro de las condiciones de crédito. Este shock interno se añade al shock externo causado sobre sus economías por el aumento sostenido de los precios internacionales del petróleo y de los alimentos.

Pero la población sigue amontonándose en la miseria de unos países que no quieren hacer extensivo a todos sus habitantes las transformaciones del desarrollo y presiona sobre sus poderes internos. La manera de desviar esa presión es mantener en estado de guerra permanente a unos pueblos contra otros, a unas religiones contra otras y a unas comunidades contra otras. Sobre el estado de guerra se mantienen todos esos regímenes dictatoriales y teocráticos. Las excepciones que se puedan dar en el Norte de África sólo dependen de que su excedente de población sea expulsada hacia Europa y de la eficacia de la represión policial.

La emigración hacia Europa es la única salida que tiene ese excedente de población musulmana. En sus países de origen no hay futuro. La Edad Media, con tecnologías occidentales, parece instalada definitivamente en el mundo musulmán. El problema es que, como nunca han desarrollado ninguna forma de pensamiento más allá de la ley coránica, no existe prácticamente literatura laica en todo el mundo musulmán, como no existe arte figurativo, no han podido desarrollar un pensamiento crítico. Siguen atrapados, como ocurrió con el cristianismo hasta el humanismo renacentista, en un mundo conceptual religioso. Todo lo piensan en términos religiosos. Y el mundo europeo en el que se instalan es laico. De ahí el fanatismo como resistencia frente a la libertad. Pero esto es un problema para las libertades europeas. Un problema nuestro no sólo porque ellos no quieran ser libres sino porque quieren poner fin a nuestras libertades.

¿Pueden? En Europa viven, hoy, unos 45 millones de musulmanes. Si el crecimiento demográfico está a su favor, con el tiempo, también lo estarán sus votos. Y, bajo la influencia de sus colectivos tribales, nunca votarán a partidos democráticos sino a quienes les garanticen la conservación de sus “tradiciones antidemocráticas”. A ver si me explico, cada día habrá más espacios ocupados por leyes coránicas que son inconstitucionales y menos espacios bajo normas constitucionales. La soberanía religiosa coránica se irá consolidando contra los derechos humanos y la soberanía nacional. Por cada mujer musulmana que no sea igual, y según su ley ni son ni pueden ser iguales porque tampoco pueden ser libres, habremos perdido un espacio de libertad. Nuestra libertad. Y esto está ocurriendo hoy día en toda Europa. Estimulados por ese fanatismo salvador a que me he referido.

Ahora, Erdogan, está enseñando el camino de que sin necesidad de atentados terroristas ni de guerras se puede conquistar el Poder por la vía democrática. La democracia será utilizada como forma de lucha para conquistar espacios de Poder en los que imponer el Islam. ¿Acaso no fue esto lo que hizo Hitler? El nazismo empezó su proceso de conquista ocupando espacios, organizando masas en torno a su ideología y participando en las elecciones hasta conquistar el Poder. Los musulmanes en Europa pueden organizarse en torno a la ley coránica, crear sus propios partidos, presentarse a las elecciones.

Sin el requisito previo de que para ser ciudadano no es suficiente la residencia sino necesario jurar la Declaración de Derechos fundamentales o derechos individuales sobre los que se construye toda constitución democrática y toda convivencia no sólo en paz sino en libertad y en igualdad, y por lo tanto la mujer tiene que ser igual, porque no es concebible otro tipo de convivencia, que la que se fundamente en la libertad y la igualdad, si adquieren la ciudadanía sin jurar la libertad y la igualdad, estaremos protegiendo a los enemigos de la libertad. La libertad religiosa es una forma de dominación. No existe más libertad que la libertad laica fundamentada en los derechos individuales. La libertad económica, fundamental, ya llegará en otro momento.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.