La Felicidad como tal, es un estado de ánimo producido, normalmente, por el logro de un objetivo o alcanzar una meta deseada. ¿Estado pasajero o duradero?, eso entra dentro de la psicología y del enfoque que cada ser humano le dé, con muchas variables: espiritualidad, forma de vida, educación, sociedad en la que te has desarrollado, etc.
Hoy en día somos muy ligeros al utilizar esa palabra: «Soy Feliz». Nos referimos a una parte de nuestra vida, en la cual nos sentimos realizados o hemos encontrado lo que queríamos, ¿pero en las otras facetas? Hoy nos enredamos con eso de la felicidad, hacemos divisiones en nuestro interior: «aquí si soy feliz, aquí no», entonces ¿en qué quedamos?, ¿dividimos la felicidad en parcelas, tantas como tenga nuestra vida?. «Es la condición humana. La mayoría, no nos conformamos, siempre hay un motivo de queja para poder decir : «¡Qué infeliz soy!».
Pero me gustaría plantear este escrito desde el lado positivo, o de la llamada «Psicología Positiva». Me vais a perdonar, pero no recuerdo al defensor y creador de esa teoría. Es lo mismo porque creo que para mí es de las más válidas.
Relaciona las emociones positivas entre si: las del pasado, las del presente y las del futuro; así como las actividades, también llamándolas positivas. Bueno, no voy a desarrollar toda esta teoría, buscadla en Internet y seguro que la encontrareis y hasta podréis confrontarme. Todo confluye en aunar esfuerzos, emociones, actitudes, carácter, etc. en consecución de un objetivo que va más allá de lo personal, de lo propio, en alcanzar una meta que suponga el bienestar de muchos, les facilite la vida en lo más amplio de la palabra.
La «Felicidad» es un conjunto de cosas bien administradas que, puestas al servicio de otros, logre también tu satisfacción personal.
Para mi la Felicidad no es egoísmo, es mucho mas, hay que repartirla.
«El bien-estar de muchos, está por encima del bien-estar de unos pocos». Esa frase sólo la llevaría acabo una persona que antepusiese todo y supiese que, lo que haría , sería lo correcto, por lo tanto su conciencia estaría tranquila, sin remordimientos, las cosas bien hechas. Se sentiría pleno: «FELIZ».
Vale la pena el sacrificio, si lo fuera, pues según el argumento, es todo lo contrario.