El tiempo dedicado a la cocina política del Ayuntamiento de Ponferrada no ha debido ser poco.
Es esta historia un affaire sociológicamente enrarecido.
Año 2003: el alcalde es condenado por acoso sexual, tras la acusación de una concejala. No inhabilitado.
Año 2011: el susodicho compone una candidatura y consigue votos suficientes para cinco concejales. En la constitución del Pleno apoyan la candidatura del PP.
En estos días, los mismos cinco concejales deciden apoyar la moción de censura del PSOE, que cuenta con ocho concejalías. Transfuguismo, aceptado por el PSOE.
El acoso sexual es un nuevo término que describe un viejo problema. Hay quien dice que el 60% de las mujeres españolas lo sufren en su trabajo. Con estas connotaciones, los “mesacamilleros” suman y restan.
El día fijado para la alternancia era el ocho de marzo, efemérides de la mujer. Los cinco ediles de apoyo estaban encabezados por un condenado por acoso sexual. Se montó el follón. Me imagino el cálculo aritmético: Con el “acosador” van cuatro, hasta sumar cinco; los aspirantes somos ocho. Lo cual da una suma de trece. En la bancada del PP hay 12: ganamos. “A por ellos”.
De esta historia el gran perjudicado ha sido el PSOE, cuya única mimética salida ha sido:
“Me he equivocado, no volverá a suceder, el Secretario General no sabía nada”.
13 palabras como 13 monedas.