¿Es usted conformista? no se deje engañar por una apresurada respuesta.
Puede ser un obrero conformista, aunque reclame al patrono lo que le debe según las leyes, porque lo que le debe siempre es más de lo que dice el contrato. (¿O es que acaso le paga la plusvalía que usted produce con su trabajo?).
Puede ser un funcionario conformista aunque cumpla estrictamente con el reglamento, y eso mismo delata su conformismo. Puede ser un intelectual conformista, no por las cosas que dice, sino también por las que calla. (Léase la prensa virtual o la de papel). O puede ser un soldado conformista, algo inseparable de su profesión.
Conozco a brillantes conformistas. Escriben libros, dan conferencias, son premiados, agasajados como embajadores de la inteligencia, y tenidos por modelos por otros conformistas. Y los hay en todos los campos. Obsérvelos. Estamos rodeados por sus presencias.
Su actitud es siempre la misma: carecen de interés por ahondar hasta las últimas consecuencias en aquello que forma parte de su cometido, porque esencialmente el conformista es miedoso, y su miedo le impide “meterse donde nadie le llama” con talde no tener sobresaltos. Un sobresalto supone una incomodidad, un malestar, y el conformista necesita sentirse cómodo, pisando seguro, cumpliendo lo que se le dice y actuando como tiene que actuar. Hace esto porque espera una recompensa de algún tipo, aunque sea en forma de reconocimiento. La falta de aprobación de su trabajo equivale para él a un aviso de peligro: su prestigio, su buen nombre,o su bolsillo, pueden verse comprometidos. Para conjurar el peligro no esperemos de él opinión alguna contraria al sistema en el que esté involucrado. La sumisión y la capacidad creativa no forman parte de sus virtudes, por eso, los conformistas no pueden ser artistas, ni revolucionarios, ni místicos, ni producir algo nuevo. Todo lo contrario: estas palabras enciendenen su interior todas las alarmas y le producen pánicos inconfesados que disfrazan de indiferencia.
El conformista no produce: reproduce. No actúa, es actuado. No crea: transmite lo aceptado. No vive, es vivido. Es una forma como otra de no estar en el mundo, de estar muerto espiritualmente con su conciencia dormida.
Por lo demás, los conformistas pueden ser técnicamente correctos. Pueden pintar cuadros que la gente admire; libros de éxito,artículos que la gente valore y decir cosas que la gente tenga por sabias, y cumplir todos los reglamentos con pulcritud de relojero. Los muy famosos hasta pueden tener estatuas cagadas por las palomas en el parque público. Es una merecida recompensa a los conformistas destacados, el premio de sus imitadores menores y admiradores entusiastas.Se lo merecen por buenos chicos. Chicos, y no chicas, pues las mujeres conformistas no llegan a tener estatuas tan fácilmente.
Nuestras sociedades occidentales están llenas de conformistas. Ocupan cargos de relieve en todos los terrenos, y en todos ellos saben rodearse de colaboradores adecuados. O sea: fieles, brillantes- con suerte-y tan mediocres como ellos. Se encargan de transmitir al público desde el sector social al que sirven (política, economía, prensa, educación, cultura,religión etc.) todas aquellas cosas en las que las gentes debemos ocuparnos en pensar, y eluden, como es natural, plantear las que podrían producirles a ellos algún tipo de inquietud, o cualquier enfrentamiento con lo aceptado por la mayoría, que son la multiplicación de ellos mismos por todos los códigos de las buenas conductas. Llevados de ese celo por el sueño sin sueños, siempre optan por dirigir nuestras inquietudes hacia terrenos neutros y vacíos. Ellos nunca plantean las suyas, si es que llegan a comprenderlas. Y la gente a la que van dirigidos sus mensajes, que son las inmensas mayorías, como es natural, pican el anzuelo y piensan, escriben, debaten, hacen sobre todo eso que se les propone pensar, escribir , hacer o debatir, ignorando que se les propone con objeto de evitar, como lo hacen ellos, aquello de lo que merezca la pena ocuparse verdaderamente.
Y cuando alguien ajeno a este juego de sonámbulos levanta su voz disidente por alguno de los muchos foros de este mundo, enseguida es calificado de extremista, terrorista, antisistema, y otros adjetivos que enseguida encuentran la aceptación de los abducidos por el conformismo. Pocos de los que escuchan a los salidos del redil son capaces de cuestionarse si tras las cortinas del conformismo no se ocultan hermosos paisajes por explorar por cada conformista; ventanales que abiertos sin miedo a ver nuevos paisajes de su alma, dejarían entrar un aire nuevo. Esta sería la juventud del corazón; el resto es la enfermedad senil de las mentes improductivas que necesita el Sistema: el desierto mental de las conciencias dormidas que tanto necesita para perpetuarse. ¿Es esto lo que queremos?