Esa escuela llamada vida, de Frei Betto, Paulo Freire y Ricardo Kotscho
Hay una sabiduría popular, un saber popular que se genera en la práctica social de la que participa el pueblo, pero a veces lo que falta es una comprensión más solidaria de los temas que componen el conjunto de ese saber.
Delicioso libro que recoge un diálogo entre dos maestros de nuestro tiempo, Frei Betto y Paulo Freire, recogidos por el periodista R. Kotscho.
Sobran comentarios, basta compartirlo.
Evita que tu mente se entorpezca por falta de uso o por el uso rutinario de tus ocupaciones habituales. Amplía tu visión, aprende un idioma o a tocar un instrumento musical, matricúlate en un curso de trabajos manuales o de cerámica. Por todos lados hay cursos que van más allá de los currículos convencionales, desde la culinaria al bordado, ikebana y yoga, natación y tai-chi; cursos por Internet y por televisión, por correspondencia o con manuales de autotidactismo.
Si empleas a un joven por cuyo trabajo tú obtienes bienestar, no dejes que esté tan ocupado hasta el punto de impedirle leer, mejorar su cultura y su preparación intelectual… No te entregues a la ociosidad de tu jubilación, con tu tiempo absorto por programas televisivos, dejando que transcurran los días para apresarte en la vejez, como si las hojas caídas en el otoño ya no retornaran con el vigor de la primavera”.
Si encuentras un adolescente en el medio rural, precozmente dedicado a un trabajo diario, sin otra cultura que la derivada de sus quehaceres y de la convivencia con los guardianes de la memoria local, ayúdalo a aprender que el mundo es más ancho que su aldea.
Todos tenemos algo que aprender y que enseñar. No guardes para ti tus conocimientos, tus habilidades, tantas informaciones que fomentan tu autoestima. Socialízalos, divúlgalos, comparte tu saber con el prójimo.
Si tienes tiempo libre y puedes trabajar como voluntario, ayudando a niños en sus tareas escolares, entrenando a jóvenes en sus habilidades profesionales, entreteniendo a enfermos con tus historias y lecturas; no dejes enterrados tus talentos.
Todos los niños y jóvenes envueltos en el mundo de la criminalidad están fuera de la escuela; y que muchos de ellos son trabajadores precoces, desprovistos de infancia y de juventud, de derechos laborales y de un salario justo. Por el bien de una nación saludable, de la ciudadanía plena, escoge la escuela.
Al escoger la escuela lucha para que todos tengan acceso a ella, y que la enseñanza sea repartida gratuitamente, como los rayos del sol. Empéñate para que la escuela sea de calidad, los profesores bien preparados y remunerados, las instalaciones limpias y adecuadas, los recursos suficientes, los equipos actualizados.
No se hace ciudadanía sin escolaridad, ni democracia sin cultura centrada en los derechos humanos y en la práctica intransigente de la justicia. No se perfecciona lo humano sin ética y valores infinitos enraizados en la subjetividad…
Enfermedades endémicas, como el dengue, la fiebre amarilla o la leismaniasis, serían fácilmente evitadas si las personas tuvieran suficiente educación para cuidar de la higiene propia y del ambiente en que viven, de los trastes que manejan y de los alimentos que consumen.
Al escoger la escuela no permitas que en torno a ella los políticos inflen sus discursos demagógicos. Exígeles compromisos efectivos y firmados, de modo que la educación, de calidad y para todos, sea considerada prioridad en tu país… para transformarlo en una inmensa escuela volcada hacia el fortalecimiento de la ciudadanía y al mejoramiento de la democracia.
J. C. Gª Fajardo