Estoy escribiendo esto, en los días en que se juzga por asesinato en Inglaterra, a un nieto del actual rey de Arabia Saudí, por cuanto este incalificable individuo; al que acusan de asesino y al que considera homosexual; mató a su criado, en la propia habitación que compartían en un hotel londinense y al que consideran como un esclavo sexual del tal “angelito”. En ciertos países musulmanes, existen verdaderos esclavos y al escribir esto me acuerdo de esos niños esclavizados, simplemente para que monten camellos y corran velozmente, ganando carreras para sus amos que así se divierten de su crónica inactividad, puesto que les sobran a montones, los dineros que da el petróleo.
Hay más casos de esclavitud y de ellos nos enteramos de vez en cuando por la prensa, la que nos relata las barbaridades que esos hijos de Alá, hacen con sus semejantes y que “importan” en circunstancias de vete a saber… desde lejanos lugares.
Aparte de todo esto y en realidad, ¿cuánta esclavitud existe hoy en día y en qué formas o maneras se demuestra o practica?
Un técnico en el tema (Luís Cdebaca: embajador especial de EE.UU.) afirma entre otras cosas que… “Hay entre doce y diecisiete millones de esclavos en el mundo” y que la prostitución y el servicio doméstico se han convertido en muchos países en terreno para explotar a los más indefensos.
Yo estimo que este individuo, como tantos otros, ven el tema desde un solo punto o desde una óptica muy limitada, puesto que esclavos en el mundo, considero hay muchísimos más, puesto que hay infinitas formas de esclavitud y la peor de todas a mi entender, es la del pobre diablo que se esclaviza a sí mismo y por múltiples motivos o apetitos y donde entra el dinero, la fama, el poder y vete a saber cuantas cosas más; por ello el planeta está lleno de esclavos y trataré de demostrarlo.
Si quedan hombres libres, deben estar aún en esos recónditos lugares selváticos y donde sus leyes primitivas, elementales por ello mismo, permiten una libertad (siempre limitada) que perdió el hombre de inmediato a que se constituyó en núcleos mayores y se dice que más civilizados; puesto que muchos consideran a esos denominados salvajes, con mejores medios de vida y muchísimas menos preocupaciones que los actuales y modernos; muchos de los cuales ya y en vez de llevar cadenas de esclavos, llevan puestas las cadenas del “telefonín” o del ordenador; móviles ambos y que los atan a sus verdaderos amos, que les limitan una libertad discutible; puesto que los problemas hasta se los llevan a la cama y no les dejan dormir.
Esclavo es el que poseyendo ya una inmensa fortuna; “no duerme” pensando en cómo añadir ceros a la derecha; a su cuenta, insaciable de resultados.
Esclavo es el que en política y ya metido en los “fangales” de las cloacas por donde circula el poder; está cogido hasta el cuello por esos fangos y ya no se puede mover; por lo que está condenado a soportarlos mientras viva; ya que si sale de ellos y cuenta todo lo que sabe y le ata al poder; “dura menos que un bizcocho en la puerta de una escuela”; que dice el viejo dicho español.
Esclavo es el que metido en las drogas, incluso el alcohol o el tabaco (que igualmente lo son) no es capaz de salir de ellas… ¿Y cuantas adicciones hay más y que como drogas esclavizan al ser humano, sea macho o hembra?
Esclavo es incluso, el que dominado o atormentado por miedos que él (o ella) sólo saben, no encuentra fuerzas para dominarlos y vive huyendo de esas argollas de una esclavitud sin cadenas físicas, pero seguro que peor que las más gruesas de hierro.
Podía seguir “devanándome los sesos” y encontrar nuevos esclavos en este pobre mundo, inexplicable para el pensador que se considera libre, pero que en realidad también está sujeto por invisibles cadenas o ataduras que ni se explica; ni nadie puede explicar, pero que le impiden una libertad, que por otra parte no existe en este ámbito planetario; ni nunca existió; la libertad es la gran mentira que emplean los políticos para encadenar a las masas.
Y no existe la libertad, ni existió nunca… y lo dijo ya hace siglos un rebelde monje católico (Lutero) que rebelándose contra el papado y sus excesos, logró una reforma, que en realidad, poco consiguió; fue el que afirmó y yo creo en ello, con la frase que más o menos afirma, que… “somos marionetas cuyos hilos mueve Dios”.
Por tanto la esclavitud como la libertad son discutibles; aunque indudablemente que el peor esclavo y el más despreciable, para mí… es el que se esclaviza a sí mismo; renunciando a la más o menos libertad vigilada de que podemos gozar, los que presumimos de “hombres libres”.
Pero y a pesar de todo tengamos esperanza y fe, puesto que estas son las bases para vivir con cierta tranquilidad. Sea todo ello como mi felicitación por este día tan señalado de Nochebuena y el que puede ser… “una noche de partida hacia un mundo mejor”. ¡Que así sea!
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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