Sociopolítica

España, bajo un Gobierno débil

En el próximo 2015, los españoles seremos convocados cuando menos a tres comicios: municipales, autonómicos y generales, siempre y cuando no se anticipen las autonómicas catalanas. Situación que está originando que el Gobierno proyecte una imagen de nerviosismo e inseguridad, en función de los últimos acontecimientos y los nefastos resultados que está cosechando en las encuestas, circunstancia que provoca confusión en los votantes y no tengan nada claro porque opción política decantarse.
Desde hace cierto tiempo, los españoles observamos atónitos como un importante colectivo de políticos de distinto signo, tratan de gestionar nuestras emociones y sentimientos de una manera un tanto extraña cada vez más alejada de la razón, y todo ello con la única intención de acercarnos a sus postulados. Ya nadie cuestiona que España se encuentra a la puerta de una necesaria transformación, aunque como siempre sean muchos los que manifiesten resistencia al cambio y malgasten inútilmente sus esfuerzos para impedirlo.

Tras haber soportado siete años de durísima crisis, lo más cruel no solo consiste en sufrir una tasa de paro en torno al 25%, porcentaje que no encuentra parangón en la mayoría de los países de la Comunidad Europea, sino en la ausencia de expectativas reales para una juventud magníficamente preparada en muchos casos, a la que estamos ofreciendo como posible solución, cada vez con mayor insistencia, el recurrir a la emigración, y en paralelo reconocer que los desempleados con más de 50 años que han perdido sus puestos, las posibilidades de encontrar trabajo son una utopía. El panorama y dejémonos de milongas, no puede ser más desolador.

Sobre la citada crisis económica y la plaga de corrupción, quizá en España habría que invertir el orden y otorgarle la primacía a la depravación que estamos padeciendo, auténtica protagonista de nuestras desdichas, que cuan mancha de aceite ha afectado a todos nuestros estamentos sin excepción: partidos políticos, sindicatos, patronal, etc. Que nadie se equivoque; reconozcamos que nuestros vecinos europeos han ido superando antes y mejor sus maldades, entre otras razones porque sus casos de corrupción, que también existe, es inferior a la nuestra.

La explicación es relativamente sencilla. Desde el 2011 en que el PP logró una cómoda mayoría absoluta, los dirigentes del PP, erigiéndose en adalides de la honradez y prometiendo en la campaña electoral acabar con esta lacra, no ha parado de crecer, y ya no digamos en este último otoño en que la porquería nos está inundando, apareciendo un día si y otro también nuevos casos y personajes considerados como verdaderos luchadores contra la deshonestidad, como por ejemplo Francisco Granados (PP), persona de total confianza de doña Esperanza Aguirre, quien en las tertulias de debate clamaba para que los corruptos no solo fueran juzgados y encarcelados, sino que devolvieran hasta el último céntimo… Claro que si alguien considera que será “Podemos” quien nos liberará de esta procelosa situación, permítasenos por lo menos el beneficio de la duda… Solo será cuestión de tiempo el poder comprobarlo. No resultaría justo alegar que solo hayan sido las cadenas de TV las que han aupado a Pablo Iglesias y su formación política, aunque tampoco se puede negar que la colaboración ha sido y continúa siendo notoria. No obstante el principal valedor corresponde a la saturación ciudadana ante tanto escándalo de abusos y asquerosa corrupción.
En lo que respecta al secesionismo catalán, dolorosa situación por afectar a algo tan trascendental como supone mantener la unidad de España, y sin recurrir a hechos pasados ni justificaciones, Rajoy, auspiciado por su consejero áulico, Pedro Arriola, ha basado su acción política en la recuperación económica que nos es problema menor, algo que es loable pero incierto a la vez, ya que el mérito de dicha recuperación ha correspondido en gran parte a nuestros intrépidos empresarios y autónomos con su entrega, esfuerzo y sacrificio.

Confiar en que el independentismo catalán no prosperará empleando una vez más la estrategia del quietismo, ha permitido que los políticos de esa Comunidad, comenzando por Arturo Más, se envalentonen hasta un grado altamente preocupante. La reacción de Rajoy con sus declaraciones realizadas en el último viaje a Cataluña, posiblemente sea la línea seguir pero por desgracia han llegado tarde. El haber cedido y tolerado tanto insulto y descalificación lo pagaremos caro.

Las recientes encuestas publicadas están dañando seriamente la imagen del PP. La desafección de simpatizantes y votantes hacia el partido crece, ocurriendo otro tanto con la valoración de su líder situado en los últimos lugares. Sus medidas contra la corrupción carecen de interés para la ciudadanía y el PSOE se niega a aceptar ningún pacto en este sentido. La juventud, muy maltratada, ignorada y menos representada en esta legislatura ya no confía ni creen en el presidente del Gobierno. Si Rajoy está dispuesto a aceptar una reforma de la Constitución, sacúdase el miedo y proponga dos medidas con verdadera repercusión: listas abiertas en todos los procesos electorales e implantación de primarias.

En efecto todavía queda un año para las elecciones generales, pero en ese plazo de tiempo no es menos cierto que podrán aparecer nuevos casos de corrupción que terminen de hundir al partido. Para los expertos, quedan muchos temas oscuros que no tardarán demasiado tiempo en aflorar. Los chivatazos, bien retribuidos, aportarán información de nuevas corruptelas, sin olvidar la eficacia y contribución de nuestro periodismo de investigación. Tales sucesos sin duda minorarán las posibilidades de una segunda legislatura para Mariano Rajoy tal como reza la profecía, algo logrado hasta por el desdichado Zapatero (PSOE).

Por desgracia, nuestro Jefe del Ejecutivo, carece de luces suficientes para adelantarse a los problemas y energía para ejecutar. Al llegar siempre tarde y mal se cae en la improvisación y todo se convierte en desastre. Otro de sus grandes errores ha consistido en confiar que cuando comenzara a crearse empleo (por los empresarios), sería suficiente para triunfar en las urnas. El haber permitido un grado de corrupción como el alcanzado no le será perdonado fácilmente. Todas esas medidas que ha propuesto recientemente y que hasta el mismo PSOE se niega a pactar, debieron entrar en vigor a principios del 2012. Por ahora, solo le salva que en los restantes partidos tienen el mismo problema que en el PP consistente en carecer del auténtico líder que necesita España.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.