Sociopolítica

España fútbol club

Cuando uno se pone a buscar la idea de España entre los ciudadanos que habitan el territorio español lo cierto es que entre las identidades territoriales, lingÁ¼ísticas y raciales de cada territorio, por no hablar de las diferencias climáticas y acuíferas, que también marcan las diferencias, la verdad es que no resulta fácil encontrar la marca de identidad llamada España.

La cosa se pone interesante cuando, millones de españoles que lo son porque tienen el DNI de España, resulta que no tienen una fiesta nacional española sino de otra nacionalidad. Caso que indica el sentimiento de no ser español más que el deseo de serlo. Por supuesto, miles de españoles porque viven en un espacio según la ONU llamado España pitan y se pitorrean del himno español como si fuera la peste que les amenazara.

A mí, que tengo nº de la S.S de Barcelona, que vivo fuera de Cataluña y que deseo repatriarme a Francia para pensar  y a Holanda para gozar, lo que me llama la atención no es que haya millones de habitantes que no quieran ser españoles. Yo no es que no quiera ser español es que lo que quiero es, porque lo elijo yo, ser francés y dormir, hombre dormir, dormir, tampoco, pero acóstame sí, en Holanda. ¿Quién, que no sea un dictador o totalitario de izquierdas o de derechas, nacionalista o imperialista, tiene que imponernos a nadie el derecho a sentirnos identificados con una cultura, una política, una manera de ser y sobre todo una manera de hacer el amor  y a acostarnos en la cama con quien queramos aunque no sea español? Que digo yo.

Pero en fin, en este país sin fiesta nacional, que se llama España, con millones de habitantes que viven bajo su bandera que no quieren ser españoles y en el que cada cual, empezando por los caciques territoriales sean socialistas, demócratas cristianos del PP, nacionalistas o imperialistas, con horarios diferentes, señales de tráfico diferentes, jueces a su servicio y policía propia, etc., hay una cosa que me ha sorprendido, la de millones de personas que se unen en torno al fútbol sea la selección de un país sin territorio, España, o la liga de fútbol española que nunca se juega en territorio español pero que todos quieren jugarla y la juegan en su propio territorio. Esto es o una paradoja o un imaginario colectivo que conserva una imagen heredada de sus antepasados sobre lo que fue España. Y conmemoran ese imaginario jugando al fútbol. Porque fuera de esto cada uno va a la suyo. Ni se hablan.

A sí que yo, que me acuesto en Holanda después de haber pensado en Francia y que deseo pasear por la Gran Vía de Madrid en Navidad y pasar todo el tiempo que pueda entre Premiá de Mar y Sitges, contemplando el paisaje humano, preferiblemente junto al Mediterráneo, como tantos que como  yo pasean a lo largo de la costa, como si fuera una Gran Vía, en bañador o con menos, que no me importa. Pienso, decía, que España, ese país sin territorio ni fiesta nacional, ese imaginario colectivo, fantasma creado por los Reyes Católicos y sostenido por reyes extranjeros, qué curioso que hayan sido todos extranjeros, decía, que he llegado a la conclusión de que España lo que es, porque, paradójicamente, en esto coinciden todos, es un Club de Fútbol, una Liga de Fútbol y una Copa de fútbol por la que todos se pelean como si trataran, como hacían los indios en las películas de americanos, de cortar la cabellera del contrario para exhibirla, en forma de copa del Rey, de Copa de la Liga o de copa de Europa en sus propios e identitarios territorios ancestrales.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.