Tabla de contenido ocultarPosiblemente, lo único que consiga Rajoy evitando la investidura, que no es poco, consista en haberse librado del soberano abucheo que le habrían dedicado los diputados de la oposición en el Parlamento.
Si bien, en momentos tan complejos como los que estamos viviendo, pueden aparecer nuevos acontecimientos de diversas y desconocidas consecuencias. No obstante, el no poder gobernar una segunda legislatura, supondría el cumplimiento de la profecía de pasar a la Historia como «Mariano el Breve», algo logrado hasta por el nefasto Rodríguez Zapatero (PSOE), considerado como el peor presidente desde la implantación de la democracia en nuestro país.
Se ignora quien es el autor de adjudicarle a Rajoy el título o cualidad de “genio de la estrategia”, a no ser que tal concesión sea interpretada a modo de mofa y befa. Si tal calificativo obedeciese a la realidad, tiempo ha que el presidente en funciones, habiendo gozado de una amplia mayoría absoluta, con independencia de adornarse una y mil veces con la monserga de los éxitos cosechados, en paralelo, podría haberse preocupado de arbitrar las estrategias adecuadas para garantizarse una segunda legislatura, corrigiendo y erradicando los múltiples problemas existentes en su formación, comenzando por la corrupción que tristemente ha seguido creciendo y con una frecuencia insultante. Sin ir más lejos son muy recientes las presuntas irregularidades de Arístegui, De la Serna, Acuamed, etc ¿De verdad nadie sabía lo que estaba ocurriendo?
O bien con la desastrosa gestión en torno al independentismo catalán, obra de su inoperancia y dejación.
El empecinamiento sobre el pacto PP-PSOE-Ciudadanos resulta incomprensible, cuando los socialistas comenzando por Pedro Sánchez, odian, critican y desprecian a Rajoy. Sentimiento exacerbado a partir del único y último debate celebrado entre ambos políticos.
Si el voluble Sánchez aceptase la integración en la citada coalición, significaría permanecer los cuatro próximos años dependiendo de su enemigo natural, y sin ninguna garantía de lo que podría suceder en los cuatro siguientes.
Suponiendo que el repentino cambio del viernes 22 se debió al pleno convencimiento por parte de Rajoy de renunciar a la investidura por estar condenado al fracaso, si es cuestionable el que con ello permitiese que Sánchez acordara con Iglesias la formación de un Gobierno mayoritario. Que Rajoy optase por subir a la tribuna sería interpretado por la militancia del PP como un gesto de valentía que además le habría permitido exponer su programa, basándose en un discurso correctamente elaborado, directo y comprensible por el común de los ciudadanos. Postura que tiene defensores y detractores dentro del propio partido.
Quien verderamente ofreció espectáculo el pasado 22 fue el líder de Podemos, dando a conocer al PSOE su propuesta, conteniendo las exigencias sobre un plan de choque contra la exclusión social, medidas contra la corrupción, reforma de la Justicia, Ley Electoral, etc. , pero lo que jamás debió tolerar Sánchez, en representación de todos los dirigentes, militantes y votantes del PSOE, fue el tono provocativo empleado por Pablo Iglesias, permitiéndose la licencia de repartir carteras ministeriales y atríbuyéndose personalmente para más INRI y descaro el cargo de vicepresidente, dejando a Sánchez en muy mal lugar y rematándolo con la frase de que el secretario general del PSOE “siempre tendría que agradecer la sonrisa del destino”.
La teoría que está cobrando ciertos visos de credibilidad se basa en que las provocaciones de Iglesias al PSOE fueron meditadas e intencionadas, para que los socialistas rechacen su postura y ello obligue a la celebración de nuevas elecciones, por estar convencidos de que en caso de celebrarse dichos comicios comicios barrería a los socialistas y como consecuencia pasaría a ocupar el segunto puesto en votos tras el PP. De cualquier manera, aunque ganase el PSOE, su líder no podría aguantar la presión de Iglesias cuya capacidad como político es muy superior…
El calvario que estámos soportando cargado de incertidumbre sobre la necesaria formación de Gobierno o convocatoria de nuevas elecciones, por obra y gracia de nuestros mediocres y ambiciosos políticos, solo estan aportando malos augurios, desprestigio nacional e internacional y un futuro cargado de dudas sobre nuestra solvencia, con la amenaza de vernos inmersos en otra nueva crisis, sin haber superado totalmente la anterior y afrontándola en solitario.
Partidos y políticos están alcanzando tales cotas de desafección y extravío que la ciudadanía ya no sabe como tomarse o interpretar tanta confusión y despropósitos.
Nos encontramos en medio de un desierto pero carentes de un auténtico líder honrado y capaz, para salir de este amargo Dédalo.