EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Todos los días me levanto con una esperanza: Ver en Internet la noticia de la dimisión de Carlos Dívar. Suelo levantarme a una hora “prudencial”, la de un jubilado, imagínese usted, y después de la ducharme procedo a tomar el desayuno, una vaso de leche desnatada y seis galletas “María” integrales sin azúcar añadido, hay que cuidar la diabetes, este desayuno va acompañado de las siete pastillas que me tomo todas las mañanas, para no morirme, y una vez hecho todo esto que ya se ha convertido en un ritual, me voy derecho al ordenador, con esa esperanza a la que antes he hecho mención: Comprobar si los españoles podemos celebrar la dimisión de Carlos Dívar, pero nada de nada, ahí se mantiene este buen señor como si la cosa no fuera con él.
He visto en TV a la vicepresidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos, siendo interpelada por los periodistas en los pasillos del Congreso para que les explicara el porqué el PP ha impedido, hasta ahora, pero queda pendiente de fecha, que Dívar explique sus viajes. La “vice” les respondió que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) tenía “su” presupuesto, nutrido con dinero del contribuyente, y que con ese presupuesto podía hacer lo que considerara oportuno. Es decir desde comprarse un “pirulí” hasta, y esto no lo digo con segundas sino por emplear un lenguaje coloquial que todos entendemos, gastárselo en putas y cachondeo sin tener que dar explicaciones a nadie. O sea que un grupo de “personalidades” a las que se supone deben dar ejemplo de rectitud y transparencia en todo lo relacionado con su gestión dada su posición en la institución que representa al tercer poder del Estado, se reúnen y deciden que no hay que dar cuentas a nadie de en que se gastan el dinero público.
Visto lo que está ocurriendo en el CGPJ a quien le puede extrañar la injusta e irracional amnistía fiscal, que ya es oficial por su publicación en el BOE, con la que el Gobierno de Rajoy ha tenido a bien “obsequiar” a los golfos, sinvergÁ¼enzas y defraudadores de este país, sin olvidar a los ladrones de guante blanco, a los corruptos y a los que trafican con sustancias nocivas para la salud de las personas. Esto me recuerda el título de aquella obra de Alfonso Paso, titulada “Enseñar a un sinvergÁ¼enza” e interpretada durante años por ese gran actor, ya fallecido, Pepe Rubio, y me lo recuerda porque me barrunto que con estas amnistías lo que se hace es enseñar a los desaprensivos que es lo que deben hacer para disponer de mucho dinero y pagar pocos impuestos, ya que la amnistía contempla un recargo del 10% sobre el capital aflorado y resulta mucho más barato que el cotizar a Hacienda por el Impuesto de Sociedades o por el IRPF.
La realidad de todo esto es que aquí hay mucho incompetente, me refiero al Gobierno, y muchos listos y que ambas partes no hacen más que tirar de la cadena lo que dará como resultado que al final España se va a ir por el retrete. Espero que mañana, a lo mejor, se dé la noticia de la dimisión de Carlos Dívar.