Me sorprende negativamente que, por lo general, todo aquel que no está de acuerdo con el independentismo, acaba denigrando a Cataluña y su idiosincrasia para avalar sus argumentos. A parte de parecerme contradictorio criticar a una comunidad autónoma y su raigambre y decir a la vez que se la quiere dentro de España ( lo lógico sería decir: me gustan sus gentes y su carácter, por eso la quiero en mi país ), es una falta de respeto y una estupidez querer obviar que toda comunidad, por una serie de motivos ( historia, topografía, temperatura, etc.) presenta una serie de particularidades que hace que se distingan entre si.
Ya advierto a medio escribir que no soy independentista, y aunque pueda extrañar esta no radicalidad, tampoco antindependentista.
Lo único que quiero hacer constar es la pobreza de argumentos con los que se intenta desligitimar la independencia, y la falta total de coherencia que se muestra contra Cataluña, a tal grado que la sola presencia de la senyera produce en algunos una repulsión sistemática que no sienten, por ejemplo, con la bandera de Castilla,bandera tan poco visible en cuanto que está supeditada, por nuestro sistema de centralización, a la bandera española. Me parece un acto fanático que por el solo hecho de que alguien no se sienta español, alguien pueda darse por aludido y tremendamente mancillado, como si el hecho de poseer un gentilicio acarreara ser abogado defensor del mismo.
Ya he escrito en otra ocasión de la preinoculación patriótica, y me parece oportuno traerlo al caso: Imagínese que alguien nacido en su misma población o ciudad, mientras conversa con usted, dice no sentirse de ese lugar, ¿ se llevaría usted las manos a la cabeza ? Probablemente no, y aquí se evidencia la efectividad del patriotismo subliminal, que genera una respuesta negativa casi espasmódica ante cualquier hipotética ofensa, respuesta que no genera, evidentemente,la indiferencia hacia una población o ciudad, en cuanto que su marketing es bastante reducido ya que se supedita al país. En el colmo de la argumentación chapucera, he llegado a leer un intento de desprestigio hacia Cataluña donde se dudaba de la procedencia de la sardana y el caganer y del origen de la lengua catalana. Es como pensar que el hecho de que la lengua española se creara a partir de otras lenguas, o un hipotético descubrimiento hiciera constar que el origen del toreo es de otra procedencia, deslegitimaria a España como país.
Foto: procsilasPor otra parte, la actitud del gobierno respecto a Cataluña me recuerda a la del padre que, viendo en su hijo actitudes no hereditarias y un carácter distinto al suyo, lo abofetea por miedo a que se ponga en duda su paternidad. Con un padre así, lo más probable es que el hijo sienta una creciente ansia de independencia, que no sentiría de tener un padre tolerante y comprensivo que da rienda suelta, dentro de su potestad, a la individualidad . Para justificar su causa, tanto los defensores como los opositores del independentismo, recurren a la historia como abogado defensor, creyendo encontrar en ella su tabla de salvación. Historiadores de parecido renombre, sin embargo, difieren totalmente, y no es de extrañar en cuanto que la historia no es, como piensan algunos, una diamantina obra arquitectónica, sino más bien plastilina de formas vulnerables al cambio de manos. Sea como fuere no me parece esa la cuestión esencial del conflicto, pues el caso es que, por x razones, hay un pueblo descontento con el trato que se le da, y la mayoría responde vituperándolo, lo que al cabo da la razón a los que sienten una falta de respeto hacia su pueblo e idioma. El gobierno, por su parte, responde con imperativos tajantes, y no deja ni siquiera abierto un diálogo en cuanto a una posible república federal, evidenciando que en España, a las buenas maneras y al pacifismo, se le da el mismo trato que al terrorismo.