Tengo la certeza de que no ha sorprendido a nadie la noticia que dieron todos los medios de comunicación con respecto a la denegación de una beca del programa Ramón y Cajal al joven científico Diego Martínez Santos, que ha sido galardonado recientemente como el mejor físico europeo joven, tiene 30 años, por considerar que su currículum “no estaba a la altura” a pesar de que este, según señala uno de sus profesores, “es una persona brillante” y desarrolla su trabajo en el Instituto de Partículas de Holanda.
Reafirma mi creencia de que esta falta de apoyo a nuestros jóvenes talentos el hecho de que esto es algo que ya es crónico y endémico en nuestro país: La fuga de cerebros. Esto se viene produciendo desde tiempos inmemoriales por falta de apoyo estatal a todos aquellos que tuvieron que marchar para poder desarrollar y poner en práctica sus conocimientos en beneficio de la humanidad. Hubo algunos, muy pocos, que decidieron quedarse pero su labor no fue todo lo fructífera que como consecuencia de sus amplios conocimientos debió ser y ello como efecto directo de esa falta de medios y de atención por parte de los distintos gobiernos.
Justo es reconocer que los gobiernos anteriores jamás han hecho valoración alguna, ni positiva ni negativa, de la fuga de cerebros a otros países, pero el actual por boca de la ministra de Desempleo, Fátima Báñez, ha calificado la fuga de talentos como “movilidad exterior” y que su departamento “trabaja para conseguir que los jóvenes que quieran buscar oportunidades fuera de España puedan hacerlo”. Yo creo que sería más positivo que su departamento trabajara para conseguir que esos jóvenes no tengan que salir de nuestro país. Pero esperar de la ministra que diga o haga algo sensato, que tenga pies y cabeza, es pedirle peras al olmo.
Otra voz con mucho poder dentro del Partido Popular, Esperanza Aguirre, ha dicho con respecto a los jóvenes que se ven obligados a buscar trabajo en el extranjero que: “Los jóvenes españoles que tienen buenos trabajos en el extranjero tendrá un efecto muy positivo” . Lo malo para ellos y para España, es que la mayoría de esos jóvenes no volverán. En esto se concreta el interés del Gobierno de Rajoy por mantener en España a aquellos que puedan contribuir con sus conocimientos a un desarrollo científico y tecnológico y por ello económico, que haga que este país avance y se consolide como una potencia a tener en cuenta por todos los países de nuestro entorno y de más allá del continente europeo, algo de lo que precisamente andamos más que escasos. Hoy no pintamos absolutamente nada. Esa es la dura, triste y cruda realidad y el que no lo quiera ver es que está ciego.
Pero no puedo acabar comentando, mejor dicho criticando, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, lo que le ha ocurrido a un joven emprendedor, uno de esos por los que el Gobierno dice preocuparse mucho. Sabrá usted querido lector que el joven en cuestión ha creado una bicicleta con unas características especiales y que concertó una venta de 3.000 unidades, ampliable a 11.000 con un comprador danés, de Copenhague, pero este joven emprendedor ha tenido que romper el compromiso de venta y vender la patente a Alemania para que sean los alemanes quienes la fabriquen. ¿El motivo? También lo conocerá usted. El joven precisaba un crédito para poner en marcha la fabricación de las bicicletas y no lo ha obtenido por parte alguna, ni tan siquiera le ha servido la garantía de tener 3.000 bicicletas vendidas en firme y 11.000 más en un próximo futuro. La patente se ha ido a Alemania y si algún día queremos fabricar este tipo de bicicletas en España habrá que pagar el correspondiente royalty a Alemania o bien comprárselas a los alemanes que por cierto serán las que las fabricarán con mano de obra alemana, claro está, no con mano de obra española si a ese joven le hubiera apoyado ese Gobierno, el de Rajoy, que dice “matarse” por apoyar a los emprendedores. Mentira tras mentira.
Solo nos faltaría que para tranquilizar a nuestros jóvenes que la ministra de Desempleo, Fátima Báñez, saliera diciéndoles aquello que dice: “No os preocupéis por el futuro ya que no tenéis porvenir”. No me extrañaría que lo hiciera.