Mientras los EEUU e Israel continúan asesinando a supuestos terroristas musulmanes, mediante la utilización de drones equipados con alta tecnología, que detectan imágenes, voces y movimientos, en recónditos parajes, sin que haya debido proceso y en violación a los derechos humanos; los narcoproductores y traficantes de Colombia, Perú y México son indetectables frente a los mismos drones.
Al parecer la tecnología es tan especializada, que solo detecta el Corán con olor a petróleo y no la Biblia con olor a coca. Al parecer, a los técnicos de la CIA, el olor a petróleo los despierta mientras la coca los adormece y por ello son indetectables los narcotraficantes.
Las estrategias asesinas y desestabilizadoras, de los supuestos países desarrollados, es selectiva, depende de la religión y el producto. Los gobiernos de los países petroleros son acechados e invadidos; los gobiernos de los países cocaleros son protegidos, mimados y hasta expuestos como paradigmas de crecimiento económico, aunque su desarrollo humano sea regresivo y atentatorio a los derechos humanos. Las constantes crisis sociales son invisibilizadas y constituyen el costo para obtener inversiones extranjeras y el aval para firmar tratados de “libre comercio” para que puedan exportar su principal producto estrella: la coca.
“El crimen organizado es la forma extrema de encarnación de la filosofía individualista y de la indiferencia hacia el bien social, de la deificación de la ganancia como motor infalible de la actividad humana.”
La actividad ilícita, no solo sirve para agrandar la codicia de Wall Street y otros centros financieros mundiales, sino que también es arma política para “domar” a otros gobiernos que no se someten completamente a sus designios. El Ecuador, rodeado de plantaciones de coca, ve crecer exponencialmente la próspera actividad comercial de la coca, sin que pueda detenerla sino apenas administrarla.
El “Modelo Exitoso” de Guayaquil ha convertido a la capital económica del Ecuador en “puerto de la droga”, donde sus principales comerciantes utilizan sus puertos privados e industrias envasadoras de la coca, en su producto de exportación. De ahí que el socialcristiano alcalde, impida el cambiar el sitio del puerto de Guayaquil. Este enclave tiene otra vez un candidato banquero opositor (actor del atraco financiero de 1998-1999), cuya principal “idea” es terminar con el “Estado controlador”. En su potencial gobierno “luchará” por la libertad… para estafar y para que las mayorías sean pobres otra vez.
El gobierno de la revolución ciudadana debe abstenerse de controlar y estatizar un par de bancos nacionales, dedicados al lavado de activos ilícitos, debido a que continúan como propietarios de medios de comunicación “libres e independientes”, que conspiran diariamente y que no han sido transferidos a otras manos según lo dispone la Constitución. Es tan bueno el negocio del lavado de activos ilícitos en el sistema financiero nacional, que ya tenemos la presencia de un consorcio extranjero, como propietario de un banco y éste ya tuvo capacidad de absorber a otro. La “inversión” de los bancos en los medios, con publicidad, ha subido de cien a ciento cincuenta millones de dólares anuales, lo que garantiza el silencio cómplice de los medios libres e independientes, sobre el lavado de narcodolares. Dentro de la publicidad podemos encontrar el auspicio a telenovelas de Pablo Escobar (transmitido por el canal de TV aún de propiedad del principal banquero del Ecuador), que no es otra cosa que la apología del delito, el delito como “natural” y “deseable”.
El gobierno de la revolución ciudadana debe aceptar la “inversión extranjera” de mil millones de dólares de Coca Cola, para envenenar a más ecuatorianos y para que los hospitales públicos deban gastar dos mil millones de dólares en los diabéticos sometidos a diálisis. El costo-beneficio es ignorado lamentablemente.
La droga es instrumento de enriquecimiento ilícito pero también instrumento político de paralización o sometimiento de algunos gobiernos.
El gobierno de la revolución ciudadana está obligado a defender el proceso con la toma de nuevas medidas económico-sociales a favor de las mayorías y en contra de la corrupción de pocos, o será el responsable de la reversión del tibio proceso avanzado. La revolución ciudadana podría perder las próximas elecciones presidenciales no por falta de reelección o de candidatos sino por falta de radicalización del proceso.
“La burguesía no puede dejar de ser hipócrita, ni en su política ni en su moral. Por el contrario, cuanto más profunda y multifacética es su inmoralidad, tanto más invoca la moral y la religión para defender las bases de su dominio.”