Moralidad dudosa
Inditex, empresa propietaria de la popular marca de ropa Zara, ha diseñado una estructura empresarial que le ha permitido ahorrarse el pago de 325 millones de euros en impuestos desde el año 2009. Así lo asegura la agencia estadounidense Bloomberg, tras analizar varios documentos públicos. La compañía desvía gran parte de los beneficios obtenidos en países como Italia o España a otros en los que la presión fiscal es inferior, como Suiza. Así, en los lugares en los que opera, paga menos impuestos de los que le corresponde. Mientras, los ciudadanos de estos mismos países sufren recortes y una dura política de austeridad, que les priva de servicios públicos de calidad.
El caso de Inditex no es el único. Son frecuentes los titulares en la prensa que alertan de cómo muchas empresas llevan a cabo prácticas de este tipo. Para ello se sirven de complejas estructuras que les permiten transferir beneficios y realizar operaciones entre empresas del mismo grupo. El resultado final es la declaración de menos ganancias y, por lo tanto, el pago de menos impuestos a las arcas públicas. Es lo que la Unión Europea ha denominado “planificación fiscal agresiva“, y que empresas de gran capital pueden realizar gracias al potente equipo de asesores con el que cuentan.
La ingeniería fiscal, entre otras cosas, le ha permitido a Inditex conseguir el mejor margen de beneficio del sector y ha llevado a Amancio Ortega, su principal accionista, a ser el hombre más rico de Europa y el tercero del mundo. Su estrategia se basa en transferir beneficios de los países donde se producen a una filial del grupo que opera en Suiza y Holanda, donde los impuestos sobre las ganancias son mucho más bajos. Varios representantes de Inditex han alegado que esta empresa “es un activo muy importante”, pero sorprende comprobar que a ella sólo pertenece el 0,1% de los empleados del imperio textil, lo que choca con el 20% de los beneficios totales que se supone que produce.
Otras multinacionales desarrollan maniobras similares y toman atajos fiscales que les ayudan a esquivar el pago de impuestos. El gigante tecnológico Apple fue acusado de facturar en Irlanda, donde el impuesto de sociedades es del 12%, la mayoría de sus ventas españolas, de forma que la declaración de impuestos en España, donde debería haber pagado un 35% de tasas por sus beneficios, le salía a devolver. Google también deriva parte de sus beneficios a paraísos fiscales, que además de tener regímenes fiscales favorables, se caracterizan por la opacidad y el secreto. A pesar de los miles de millones de euros amasados por la compañía, declaraba pérdidas en España. Starbucks, la famosa cadena de cafés británica, tuvo que comparecer en el Parlamento a finales de 2012 por no haber pagado impuestos en los tres ejercicios anteriores, ya que parece ser que la empresa no había obtenido beneficios. Los diputados británicos tildaron a estas compañías de “inmorales” y “manipuladoras”.
La libre circulación de capitales facilita que grandes empresas puedan mover enormes cantidades de dinero de unos países a otros en busca de menos impuestos, con independencia de dónde desarrollen la mayor parte de su ejercicio. Son prácticas que bordean la legalidad, pero que vulneran con creces la moralidad. Es injusto para las poblaciones locales, tanto de los países en desarrollo como de Europa, que cada día se ven más empobrecidas.
Para Alex Prats, activista de Christian Aid, el caso de Inditex “muestra una vez más que las leyes actuales que regulan la tributación de las multinacionales han quedado desfasadas y deben cambiarse”.
La “evasión legal” de impuestos ha sido cuestionada por ONGs y movimientos sociales, pero muy poco por los Estados y organismos internacionales. Estas empresas multimillonarias deben pagar impuestos allí donde generen la mayor parte de sus beneficios. Y las autoridades nacionales e internacionales deben asegurarse de ello. Es necesario el compromiso de todos los países de la Unión Europea para impedir el desarrollo de esquemas fiscales tan benévolos con las grandes empresas. Como sociedad, no debemos negarles su capacidad de crear empleo y generar riqueza, pero sí debemos exigirles responsabilidad y justicia.