“Grecia es rica. Nuestra gente es muy trabajadora. ¿Qué nos falta? Carecemos de la independencia nacional esencial. Desde el final de la guerra civil, desde 1950, todas las cuestiones importantes: la diplomacia, la defensa, la economía y la política-se decidió por los estadounidenses. ¿Cuáles son los partidos que han gobernado Grecia? Son las partes que tienen la bendición de los EE.UU. y han jurado mantener el ala izquierda en la esquina” (Mikis Theodorakis, compositor y ex parlamentario griego, 19 de Febrero 2012)
Nos suena, ¿no es cierto? También los españoles somos muy trabajadores; también, como en Grecia, superamos el 20 % por ciento de paro ( y pasamos del 30% en algunas regiones); también estamos siendo extorsionados por los banqueros, sometidos a recortes inadmisibles y protestamos en las calles cada vez más, pero siempre menos que en Grecia, por cierto, donde el propio Theodorakis llama abiertamente a los griegos al levantamiento popular.
Por desgracia, los gobiernos españoles son también siervos de los Estados Unidos, y por si aún era poca la sumisión, ahí está el permiso para que instalen su “escudo antimisiles” en nuestro país dentro de un par de años, lo que nos sitúa ante el ojo de un huracán bélico en caso de guerra internacional…
Ante el frontal ataque a nuestras economías personales y derechos sociales y laborales que ejercen contra nosotros el FMI, el Banco Central Europeo y el Parlamento en Bruselas, que representan el largo brazo de los banqueros norteamericanos cuyo puño rompe nuestras huchas y arrasa impunemente con lo que tenemos, no podemos menos que preguntarnos:
¿ESTÁ SIENDO COLONIZADA EUROPA POR LOS BANQUEROS ANGLO-NORTEAMERICANOS, SUS POLÁTICOS Y SUS VALORES ANTISOCIALES E INMORALES?
¿Es, en general, la cultura anglosajona un caballo de Troya para el modo de pensar y vivir europeo? Merece la pena detenerse en averiguar si esas preguntas son pertinentes, y si lo son tendríamos que estar preocupados. Y añadiré más: no solo el hombre europeo, sino los valores culturales y éticos del género humano tanto como para los valores culturales y éticos europeos merecedores de ese nombre.
Europa viene representando históricamente: el afán humanista de lucha por la libertad y la dignidad del ser humano; la inquieta búsqueda de la verdad, la espiritualidad libre, la ética social, los derechos humanos y la belleza. Estos representan los más altos valores europeos en una constante pugna con todos sus contrarios también dentro de la propia Europa. Si existieron humanistas, liberales, místicos, revolucionarios sociales y predicadores del pacifismo, también existieron hogueras de la Inquisición, hornos crematorios, nacionalistas radicales, imperialismo colonial y guerras mundiales. Si existió la Revolución, también la contrarrevolución; si existió la cultura más avanzada de Occidente coexistió con tasas de analfabetismo muy elevada en las zonas rurales. Y así hasta poder afirmar que lo que podríamos llamar la identidad europea no existe como tal; es un movimiento complicado de convivencia entre opuestos, pero finalmente ha terminado por triunfar la peor de las opciones: la idea de una Europa política generada por las necesidades del capitalismo, artificialmente unida y regida por una superestructura alejada de los ciudadanos, y al servicio del capitalismo especulativo a partir del famoso Tratado de Maastricht.
LOS EFECTOS SECUNDARIOS DE MAASTRICHT
En cuanto arañamos un poco lo que hay detrás del “affaire Maastricht” ( en el que nos introdujo el primer gobierno socialista) lo que vemos es el inicio del asalto definitivo del capitalismo financiero en Europa; y en la sombra y dirigiendo, solo encontramos nombres de banqueros famosos. Norteamericanos, por supuesto.¿ Y qué pretenden estos banqueros norteamericanos? Es sencillo, lo estamos viendo: tener bajo control a las naciones europeas a través del asedio financiero. Dicho de un modo rotundo: pretenden terminar con la moneda europea, con la economía europea y con la independencia política de Europa, y atar a este continente al carro de los EEUU, Inglaterra e Israel. Han dado un golpe de Estado en Grecia y en Italia. Y el resto de Europa no ha sido capaz aún de decir “hasta aquí hemos llegado”. La democracia no se valora en Europa tanto como creíamos, y eso que es un invento europeo. Primero la degradaron, luego la usurparon y ahora pretenden suprimirla colocando a sus peones presidiendo gobiernos.
Conseguir dominar un continente entero, con un modo de pensar autóctono, una cultura propia, espíritu nacionalista y, -en consecuencia, -una determinada manera de vivir, no es tarea fácil. Requiere una programación al efecto y una gran paciencia. Exactamente la paciencia de un jugador de póker unida a la mentalidad dominadora y policiaca del Gran Hermano de Orwell.
Todo comenzó con la participación de los EEUU en la segunda guerra mundial, que fue como todas, provocada por sus ricos, y para su país una enorme fuente de beneficios que les permitió enriquecerse todavía más; suficiente como para convertirse en “el amigo americano del Plan Marshall”. Así que lo primero que hubo fue un caballo de Troya monetario, que posibilitó la influencia de grandes banqueros, como los Rockefeller, en los asuntos europeos. Lo que no se suele decir, como es natural cuando se trata de dar buena imagen, es que los mismos banqueros que acudieron al “socorro” de una Europa arruinada por la guerra financiaron a Hitler para que la promoviera. Porque no hay que olvidar que la guerra es una forma de negocio a lo grande, con la mala suerte de que pueden morir millones. Peor para ellos, mejor para los banqueros. Cuanta más destrucción, más necesidades de pedir ayudas para reconstruir. Naturalmente, para los europeos, exceptuando algunos como los españoles- fue una bendición la ayuda yanqui, pero lo que no sospechaban era que a partir de ahí comenzó la segunda parte de la estrategia de dominación de Europa. Dejaron a la OTAN como fuerza de seguridad- en primer lugar propia frente- a la URRSS y se instalaron bases militares en casi todos los países del viejo continente. Luego, el mercado se llenó de marcas comerciales “madeinusa”, de música “madeinusa”, de moda madeinusa” y, especialmente de su cultura. Hollywood se convirtió en la principal exportadora del llamado “modo de vida americano” con el que se pretendía admirar al mundo. ¿Por narcisismo? No: por negocios y poder, las dos palabras que tal vez podrían definir mejor la esencia anglosajona. Luego fueron llegando los best-sellers literarios, y con todo ese bagaje de nuevos elementos se fue fraguando una nueva cultura que buscaba el beneficio por encima de la creatividad; el “todo vale” por encima de la delicadeza y del rigor; la imitación por encima de la originalidad. Las películas europeas comenzaron a adoptar los modelos norteamericanos, y sus artífices desearon ser premiados allí para vender más aquí. Así se inició la decadencia de la literatura, pero especialmente del cine europeo, hasta el punto de que hoy casi no existe. Ha sido absorbido por la mentalidad anglosajona y casi excluido de las salas de proyección y de las pantallas de TV. ¿Qué vemos en su lugar? Policías, asesinos, ladrones, negocios sucios, corrupción, y muy de cuando en cuando alguna buena película, siempre dentro de la mentalidad yanqui, -claro está- que verá poca gente, porque ya han sido manipulados con tanta basura que se acostumbraron a ella y sólo quieren acción y espectáculo.
Lo mismo cabría decir de otros continentes: la subcultura anglosajona coloniza el mundo con sus coca colas, sus Halloween, sus vaqueros, sus salchichas perrunas, sus barbacoas, sus cines al aire libre, sus productos tecnológicos, sus patentes, sus armas, su cinismo, su zafiedad, su aparente despreocupación y sus venenos para el campo llamados cínicamente “fitosanitarios”. Todo ello sazonado con una mezcla perversa de mentiras, poder y negocios sin ética alguna y con la finalidad del beneficio cueste lo que cueste en libertad, bienestar o número de muertos.
Esta es la cultura dominante en Estados Unidos y en Inglaterra, pero Europa se ha rendido, ha sido tomada, y con ello ha iniciado su decadencia y nulidad. Ahora los yanquis la llaman “la vieja Europa”, algo muy diferente de “el viejo continente”. Para ellos el término “viejo” es lo mismo que “desfasado”, “inútil”, “inservible”, y sobre todo fácil de dominar. Esto es lo que hacen exactamente hoy con esta crisis financiera, pero han conseguido algo increíble que en otros tiempos les hubiera sido imposible: que no miremos a los banqueros como lo que son: enemigos del pueblo. Y a los bancos como lo que son: oficinas de vampiros. Hacen que en su lugar nos fijemos en los políticos, que no son otra cosa que los fusibles que cuando se funden se recambian con elecciones. Esta es una prueba más y -podría decirse que definitiva -del enorme poder que los banqueros y los medios de comunicación –en manos de todos ellos- tienen sobre la colonizada mentalidad de la inmensa mayoría de europeos.
Por fortuna, existen alternativas. Una de ellas camina con la bandera de los Indignados a nivel mundial. Otra porta la bandera de la bondad espiritual: “Lo que quieras que te hagan a ti, hazlo tú primero a otros ” y “ No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti mismo”. Creo que la clave está en fundir ambas banderas en una sola. Puede ser ya hora de que lo social y lo espiritual respondan juntos para hacer posible el próximo salto evolutivo de la conciencia mundial hacia la justicia, la igualdad, la paz y la unidad.