Europa, ¿sueño o pesadilla?
Lo llamaban “el sueño europeo”. La construcción de un proyecto común, iniciado hace más de 50 años y cimentado en valores de bienestar, diversidad cultural y social, para preservar la paz y promover la cultura democrática. Un espacio de ciudadanía, libre de fronteras y capaz de compartir incluso una moneda común.
Desde que estalló la crisis económica aquel sueño se convirtió en pesadilla para muchos de sus ciudadanos, afectados por el desempleo, recortes de derechos sociales y laborales, una notable pérdida de poder adquisitivo y una serie de rescates bancarios que contribuyeron a la sensación de que la crisis la pagan los ciudadanos y no quienes la causaron.
La “pesadilla europea” alcanzó su cénit en el verano de 2012, cuando la crisis de deuda soberana y la situación política en Grecia llevaron a muchos a pronosticar la quiebra del euro, mientras la Unión Europea (UE) mostraba signos claros de división.
Sin embargo, en el último año la economía de la UE se ha estabilizado dentro de la gravedad. Desde que en julio de 2012 el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi dijese que el BCE haría todo lo necesario para sostener el euro, la prima de riesgo de España ha caído en más de 400 puntos básicos; la de Italia en casi 300; la de Portugal en unos 640; la de Irlanda en 550 y la de Grecia en algo más de 1.900 puntos básicos.
Fuera ya de aquella situación crítica, muchos se preguntan si Europa camina de nuevo hacia el sueño o si continúa cerca de la pesadilla. Ese fue el tema de debate durante una conferencia celebrada en Madrid, y que tuvo al ex presidente español Felipe González como principal invitado.
Reconocido europeísta, y actual presidente del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de la UE, dice que le “duele” ver que los actuales líderes del bloque han “dejado de compartir” una parte esencial del sueño europeo: la de ser un espacio público compartido de cohesión social, una economía social de mercado, “y no una sociedad de mercado” capaz de competir en el mundo.
La crisis ha obligado a la UE a tomar en tres años las medidas políticas y los mecanismos en materia de control fiscal y unidad económica que se debieron tomar durante la década pasada y cuya ausencia dejó desprotegido al bloque cuando estalló la crisis.
Desde 2010, se fortaleció el Pacto de Estabilidad; se aumentaron los poderes de la Comisión Europea para supervisar los presupuestos nacionales; se aprobó un Tratado Fiscal de 14 artículos; y se sacó adelante un Pacto de Crecimiento y Empleo, dotado con 120.000 millones de euros para reforzar las inversiones y combatir el desempleo.
Además, el Parlamento Europeo va a tener más poder legislativo que nunca después de las elecciones europeas del 25 de mayo. Por primera vez, designará por mayoría al presidente de la Comisión Europea, el órgano de gobierno del bloque, un cargo que hasta ahora elegían los gobiernos de la UE sin participación ciudadana.
Cristina Gallach, jefa de Relaciones Públicas del Consejo de la UE, cree que estos avances permiten a la UE “encarar el futuro más cerca del sueño que de la pesadilla”. Sin embargo, para 2014 se prevé un crecimiento de apenas 1,1%, y un desempleo todavía cercano al 11%.
Felipe González apunta dos soluciones. Primero, apostar por políticas económicas activas, como los estímulos de la Reserva Federal que han llevado a Estados Unidos a pronosticar un crecimiento superior al 3% para 2014 y reducir su desempleo hasta el 6,7%. “Si no se crece, no se puede pagar el volumen de deuda que tenemos”, indica.
En segundo lugar, recalca la necesidad de una mayor cohesión e integración. Hacer que Alemania llegue a sentir como propios los problemas de España, Grecia o Italia, y que estos países puedan asumir las preocupaciones de Alemania, Reino Unido o Austria.
“Europa es la única solución que tenemos, pero no se están dando los pasos para resolver los problemas y no tenemos mucho tiempo. Estamos tocando fondo en la crisis y no hay una sola política europea que yo vea que nos permita salir del fondo y rebotar”, lamenta el ex presidente español. Cree que la UE todavía actúa “poco, tarde y mal”.