Enfoques cooperativos; Hoy: ¿Existe una filosofía cooperativa Latinoaméricana?
Mientras los totalitarios reprimen toda información y toda manifestación de la conciencia popular, los cabecillas de la plutocracia impiden, por el manejo organizado de los medios de formación de las ideas, que los pueblos tengan conciencia de sus propios problemas y los resuelvan en función de sus verdaderos intereses. – Arturo Jauretche
Nosotros pensamos que las doctrinas universales -entre ellas, la cooperativa- deben estar en función a las necesidades de cada geografía y período, pero también pensamos que esas doctrinas universales se enriquecen con los aportes que se realicen en ese entendimiento.
Enfocados por el interrogante: ¿Existe una filosofía cooperativa Latinoamericana?, es que nuestra pluma ensaya algunas reflexiones provocadas por debates esporádicos de aquí y de allá.
¿Cuál sería el valor de que así fuere, que exista una filosofía cooperativa Latinoamericana, y en caso de que no existiera, construirla?
Incursionemos-sugiero amigablemente-en el terreno filosófico Latinoamericano que palmariamente sí existe y luego continuamos con nuestra mirada sobre el cooperativismo.
En el Primer Congreso de Filosofía Latinoamericana realizado en Ciudad Juárez. Chihuahua, Meneo-México-del 20 al 25 de mayo de 1990, Leopoldo Zea (1912 – 2004), pensador mexicano, presentó su trabajo denominado “Filosofar desde la realidad americana”, de ese trabajo extraemos fundamentales argumentos en pos de nuestro planteamiento de la filosofía cooperativa latinoamericana, ¡sí señor!
Nos enseña Leopoldo Zea que “En 1842, desde Montevideo, Uruguay, el argentino Juan Bautista Alberdi, se plantea ya la posibilidad de un filosofar americano, tal como se plantea el problema sobre la existencia de un literatura y una cultura llamada propiamente americanas, sin por ello dejar de ser universales. Respondiendo a la pregunta sobre la existencia de una filosofía de la región, contestaba Alberdi: «No hay una filosofía universal, porque no hay una solución universal de las cuestiones que la constituyen en el fondo. Cada país, cada época, cada filósofo, ha tenido su filosofía peculiar, que ha cundido más o menos, que ha dudado más o menos, porque cada país, cada época y cada escuela ha dado soluciones distintas de los problemas del espíritu humano«.
Como sabemos, nosotros los latinoamericanos, somos hijos de la conquista y colonización europea y además con esas acciones nos inocularon sus filosofías. Ese hecho, no es un mero hecho, constituye el dato indiciario del por qué de mentes colonizadas. Y con tales mentes jamás desarrollaremos “nuestra filosofía” como quería Alberdi, quien remató que “ ella ha de salir de nuestras necesidades». Y siguió:
«¿Cuáles son los problemas que la América está llamada a establecer y resolver en estos momentos? Son los de la libertad, de los derechos, de los goces sociales de que el hombre puede disfrutar en el más alto grado en el orden social y político; son los de la organización pública más adecuada a las exigencias de la naturaleza perfectible del hombre en el suelo americano«.
Alberdi hunde profundamente su llamamiento cuando nos finiquita que:
«De aquí que nuestra filosofía americana deba ser esencialmente política y social en su objeto, ardiente y profética en sus instintos, sintética y orgánica en su método, positiva y realista en sus procederes, republicana en su espíritu y destino».
Por su parte nos advierte Leopoldo Zea que “No un saber abstracto, sino práctico, de participación para afianzar lo que deba ser afianzado y cambiar lo que deba ser cambiado.”
La resuelta comprensión que hagamos del párrafo anterior nos llevará a admitir que los problemas fundamentales de la filosofía cooperativa latinoamericana son las mismas.
Y entonces concluimos con Alberdi y sobre todo asumamos a plenitud que «Es un deber de todo hombre de bien que por su posición o capacidad pueda influir sobre los asuntos de su país, de mezclarse en ellos».
La corriente doctrinaria cooperativa latinoamericana del siglo XXI, cuya construcción compete a quienes se sientan convocados, no comienza de cero, por el contrario, tiene en estas contribuciones expuestas, y en particular en las significativas experiencias y teorizaciones de cooperativistas latinoamericanos, valiosas orientaciones. Trabajemos pues.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!