Fue una de las principales contribuyentes a la biología evolutiva del último siglo. Sus trabajos con bacterias, a las que llevó desde un lugar marginal en la investigación de sus días hasta el centro mismo de la hoja de ruta de la evolución, sacudieron los cimientos de la disciplina. Su probada brillantez llevaba aparejada una fama, también merecida, de excéntrica polemista.
La bióloga evolutiva Lynn Margulis, una de las principales contribuidoras a la disciplina gracias a su teoría de la endosimbiosis, falleció ayer a la edad de 73 años. Las causas del fallecimiento apuntan a una apoplejía, sufrida el pasado martes y de la que, finalmente, Margulis no pudo recuperarse.
Como investigadora recibió las máximas distinciones que un investigador puede recibir en su campo gracias al tamaño y calidad de su contribución científica. Los galardones incluyen la Medalla Nacional de Ciencia norteamericana, la medalla Darwin-Wallace, membresía en las Academias Nacionales de Ciencia de Estados Unidos y Rusia y menciones honoris causa en numerosas universidades, incluidas las de Vigo, Valencia, Autónoma de Madrid y Autónoma de Barcelona.
Tras su paso por las universidades de Chicago, Wisconsin y Berkeley, sus intereses académicos viraron hacia la genética de poblaciones y el interés por unos microorganismos minusvalorados por los científicos del momento, las bacterias, a las que situó de lleno en el mapa evolutivo.
Gracias a su Teoría de la Endosimbiosis Seriada, que Margulis logró publicar tras muchos intentos en el Journal of Theoretical Biology, obtuvimos la respuesta más plausible hasta la fecha a cómo llega una célula procariota (sin núcleo diferenciado y con la información genética dispersa en la membrana) a convertirse en una célula eucariota (con su información genética dentro de un núcleo).
Según Margulis, organismos de origen bacteriano como mitocondrias o cloroplastos se unieron, etapa a etapa, dentro de un sistema más complejo que se mantenía mediante la simbiosis entre sus miembros: el beneficio del conjunto redundaba en el individuo y viceversa. La teoría, que contradecía en parte las enseñanzas evolutivas enunciadas por Darwin (basadas en las mutaciones) le granjeó multitud de críticas e indiferencia por parte de la comunidad científica, pero acabó siendo refrendada y validada.
El pulso entre la brillantez y la polémica, entre sus admiradores y sus detractores, entre ella y biólogos como Richard Dawkins ha acompañado a Margulis durante toda su vida académica.
Algunas de sus contribuciones posteriores desarrollan la idea inicial de la bióloga, que la incorporación estable de bacterias es la que guía los procesos evolutivos. Más que crear teorías de la nada, Margulis utilizó su talento y los recursos disponibles para re-elaborar viejas teorías inortodoxas que habían quedado a la sombra del darwinismo, como la Teoría de la Simbiogénesis (recuperada del genetista ruso decimonónico Konstantín Merezhkovski) o el llamado “nuevo principio” de Boris Mikhaylovich Kozo-Polyansky, que Margulis reivindicó en uno de sus últimos trabajos, publicado en diciembre de 2010 en el Paleontological Journal.
Algunas de sus siguientes trabajos reforzaron su carácter independiente y excéntrico, como la hipótesis Gaia que ayudó a desarrollar junto a James Lovelock y afirma que el planeta forma un sistema autorregulable con sus organismos vivos e inertes que mantiene las condiciones ambientales óptimas para la vida.
Margulis y España
Margulis tuvo también una fructífera relación con España y la ciencia española.»Son verdaderamente momentos muy tristes», ha comentado a SINC Juli Peretó, profesor de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Valencia que ha trabajado con Margulis en numerosas ocasiones. Pese a reconocer que Margulis fue protagonista de muchas controversias, Peretó ha querido conservar «como un tesoro a el recuerdo de la Lynn atrevida y libre, siempre energética y alegre, con unas ganas inmensas de aprender y de conversar. Esa Lynn que, a nuestro común amigo Antonio Lazcano, trataba a sus hijos como si fueran estudiantes ya sus estudiantes como si fueran hijos».
Además de trabajar a menudo junto al equipo de la Universidad de Valencia, también estuvo muy ligada a la Universidad Autónoma de Barcelona, donde Margulis fue profesora visitante a mediados de los años ochenta y donde ha publicado varios artículos junto al profesor Ricard Guerrero. En Cataluña, participó en proyectos de investigación sobre la diversidad de la laguna de Cisó (en Banyoles, Girona) o los tapetes microbianos del Delta del Ebro.
Otra prueba de su vinculación emocional con nuestro país fue que, en 2003, tradujo junto a Guerrero el poema de García Lorca La casada infiel, para su publicación en el Massachusetts Review, la revista de la universidad en cuyo departamento de Geociencias trabajó hasta ayer mismo.
Según informó su hijo Dorion, fruto del matrimonio de la bióloga con el divulgador Carl Sagan, Margulis exhaló su último aliento mientras dormía, en su hogar de Amherst y rodeada de Dorion, su hermana Jenny y cuatro de sus nietos.
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SINC