Las FARC y el pueblo de Colombia
Pese a la multitud de medios de comunicación que durante días han estado glosando los parabienes del acuerdo de paz alcanzado entre el Gobierno colombiano y los representantes de las FARC, y de la inmensa caterva de gobernantes mundiales, tanto de tibios socialdemócratas como de radicales ‘socialistas del siglo XXI’, los colombianos han votado NO a ceder su soberanía a los narcoterroristas.
Los colombianos ganan, los colaboracionistas con los terroristas, pierden
Los colombianos, hombres y mujeres, maridos, esposas, madres y padres, hermanos, hijos,… que han visto morir a familiares, amigos, vecinos, a manos de los sanguinarios monstruos del terrorismo de la droga, han sido valientes, dignos, coherentes… y han dejado en evidencia a su Gobierno, un gobierno esclavo de ese colaboracionismo delictivo que la izquierda muestra siempre con los destructores de vidas, y saqueadores de un país.
Los terroristas jamás deben formar parte de las instituciones democráticas de un país. Jamás.
El camino hacia la paz en Colombia pasa por:
- La rendición total de las FARC.
- La entrega de las armas.
- La entrega de todos los terroristas (me niego a llamar guerrilleros a unos terroristas).
- La imputación por los crimenes y delitos cometidos, incluido el de pertenencia a banda armada, y actuación de la Justicia.
- El cumplimiento de las penas impuestas, añadiendo la imposibilidad absoluta de incorporarse a las instituciones del Estado, en forma alguna.
- Que Colombia tenga la valentía de dar un paso al frente en la lucha contra el narcotráfico, despenalizando el consumo y convirtiendo las sustancias psicoactivas en un producto de consumo y venta en circuitos comerciales con garantías de procedencia, pureza, sanitarias, etc. de modo que el mercado negro de la droga desaparezca de una vez por todas de este país.
No nos queda sino dar la enhorabuena a los colombianos, que han conservado la dignidad frente a un Gobierno vendido y traidor.
España, aprende de tus hermanos
Tras decenios de muertos, atentados, bombas, tiros en la nuca, niños asesinados, familias destruidas… en España los terroristas sonríen con sus rostros bastardos desde las tribunas de las televisiones y de la prensa, cuando no desde el atril de las instituciones democráticas.
Aparecen con esa mueca en la boca que sólo los asesinos psicópatas podrían mostrar: seguros de que esta sociedad anestesiada olvida pronto a sus muertos, porque los medios se ocupan de tapar la basura de sus vidas a paladas de demagogia buenista y populismo de salón, alentados por unos políticos meapilas, que venderían a su madre por una poltrona.
Aquí, les damos espacio público, perdonamos sus crímenes y les reímos las gracias… Somos patéticos.
Españoles, aprended de los colombianos: ellos sí se respetan a sí mismos. Y respetan a sus muertos.
