Jamás la muerte de un antiguo líder político había resultado tan oportuna.
El fallecimiento de Adolfo Suarez es agua caída del cielo para el actual establishment político español, incluida la familia real.
Foto: jacilluchNo hace falta ser muy perspicaz para imaginar lo que viene a continuación: la muerte del ex-presidente inundará todos los medios de comunicación y las cascadas de hipócritas elogios que se vertirán sobre su figura, se utilizarán convenientemente para conseguir 2 grandes objetivos:
- el primero, defender todos aquellas estructuras que se encuentran en crisis en la actualidad,
- y el segundo, minimizar mediáticamente los incómodos sucesos acaecidos este fin de semana en las calles de Madrid.
Y es que la maniobra está muy clara.
- Elogiando el papel de Adolfo Suarez durante la transición, se elogiará a la propia transición en sí y se reforzará el papel del actual duopolio mafioso-político del estado formado por PP y PSOE, así como el papel de todo el establishment político adyacente de todo pelaje y condición y la vigencia de la intocable constitución.
- Elogiando el papel de Adolfo Suarez durante el 23-F, se elogiará indirectamente a la figura del Rey, ese “gran salvador de la democracia española”, justo cuando más lo necesita y se desviará así la atención de aquellos que legítimamente dudan del auténtico papel que desempeñó “su majestad” durante el intento golpista.
- Y de forma adyacente servirá para ocultar, aun más si cabe, el rotundo éxito de las Marchas de la Dignidad del 22-m, vergonzosamente ninguneadas por los serviles medios de comunicación al servicio del poder.
Y es que por lo visto, esta movilización masiva del 22-m ha provocado auténtico pavor entre las filas del establishment político español, pues ha resultado ser un movimiento auténtico, de base, sin ningún apoyo por parte de los podridos y vendidos sindicatos UGT y CCOO e imposible de mangonear por parte de la mafia socialista.
Y si alguien duda de lo incómodas que han resultado estas manifestaciones, ahí tenemos el silenciamiento mediático alrededor de las marchas y la conveniente desviación de la atención pública hacia esos sospechosos disturbios organizados por no se sabe quién, en lugar de centrarse en el éxito organizativo y en las justas reclamaciones de millones de ciudadanos.
Si a eso añadimos la presencia del clásico partido Madrid-BarÁ§a y la descomunal atención mediática que lo acompaña, tenemos el fin de semana perfecto para el triunfo de la mentira y la manipulación en España, perpetrada por esos medios de comunicación tan ansiosos por servir a sus amos y señores.
Ciertamente, ha sido un fin de semana triste para la Verdad…