Parece que fue ayer cuando todos comenzamos a temer por la buena salud de nuestros ahorros al escuchar la noticia de la intervención de Caja Castilla-La Mancha, pero no, ya ha pasado medio año y ahora, por fin, el culebrón ha terminado, y con final feliz.
El Banco de España ha decidido que la mejor oferta presentada para hacerse con la Caja manchega era la presentada por Cajastur, por lo que se ha hecho oficial la fusión entre ambas entidades, a falta de que sus asambleas respectivas den el visto bueno definitivo.
Al conocer la noticia, los ahorradores de Cajastur han comenzado a asustarse, pensando que su entidad estaba absorbiendo una Caja tóxica, lo cuál no es cierto, ya que la intervención del Banco de España ha servido para la limpieza de los activos que estaban lastrando a la entidad.
Cajastur logrará con esta absorción una mayor implantación a nivel nacional, uno de sus grandes objetivos, además de incrementar su volumen de facturación y su poder dentro del competitivo mercado bancario y financiero nacional.
Bien es cierto, sin embargo, que los comienzos no serán sencillos, nunca lo son, y ahora se abre un largo y complejo proceso para implementar sinergias entre ambas entidades, pero todo apunta a que de la fusión saldrá una Caja reforzada y con mayor peso específico.
Los ahorradores de Caja Castilla-La Mancha, por su parte, deben alegrarse de que su travesía por el desierto llegue a su fin y de saber ya a que atenerse.
Las fusiones entre iguales son siempre positivas porque suman en lugar de restar y potencian un saldo neto de resultado claramente óptimo, y la fusión entre Cajastur y Caja Castilla-La Mancha es una fusión entre iguales.
Una vez más, por otra parte, se demuestra la buena estructuración y organización de nuestro sistema bancario que ha sabido vadear esta crisis con una gran solvencia y eficiencia, dañando lo menos posible a los ahorradores de las entidades financieras.