Sociopolítica

Financiando la yihad: ¿decadencia o ignorancia?

En España ha estallado la gran batalla, la batalla de la desinformación, la del pensamiento único a cargo de los representantes de la «cultura civilizacionista», esta selecta y privilegiada clase política-militante que vive de subvenciones gubernamentales, aunque sus capacidades representativas de la sociedad no pasen de ser mediocres, discutibles y ridículas pareciera transitar su momento mas miserable. Lo peor, es que como todos aquellos que sólo tienen una patina superficial de cultura y ética, y no digo moral para no meter la religión en ello, se esmeran por sacar el máximo rédito de tales miserias y se ufanan en explotarlas a la perfección e intentan presentarse como agudos pensadores y portadores de la verdad absoluta (que esto siempre queda bien y otorga una aureola de «inconformistas» entre los de su misma condición). Estos «ilustres», suelen ser fervientes admiradores de Fidel Castro, Hugo Chávez, o regimenes dictatoriales como el sirio y el iraní, de cuyas conductas extraen la «savia» para sus argumentos en favor de la igualdad y la hermandad, trasnochada propagada del fracasado estalinismo.

Todos ellos se presentan como defensores a ultranza de los «derechos humanos», (no de todos los derechos humanos, claro esta), menos si se trata de presos políticos torturados y asesinados en las cárceles cubanas por la banda castrista y ni que hablar de las matanzas diarias en Irak o Afganistán, donde las tribus están masacrándose sin piedad y mueren cientos de personas semanalmente a manos de los santos terroristas que se vuelan a si mismos asesinando civiles, de ello: ni una sola palabra o crítica, ni un solo discurso, ni una congoja. Pero si lo que conviene a la progresia y al PSOE es armar ruido, distraer a la ciudadanía y organizar manifestaciones callejeras aunque sea en favor de grupos terroristas; entonces usted observara el despliegue de las brigadas culturosas e intelectualoides con sus líderes a la cabeza de la protesta «anti- USA, anti-Israel o anti lo que sea», marchando por Madrid o Barcelona apologizando la violencia e irrespetando a sus conciudadanos.

Sin embargo, ninguno de estos iluminados protesta cuando se paga un millonario rescate a «piratas-yihadistas»; cuando de ello se trata, aflora la cobardía intelectual y el silencio por el que se inclinan da por tierra con cualquiera de las posiciones que pretendan defender o esgrimir. Y es aquí cuando se ve a los aborregados de siempre silenciar sus consignas porque no tienen idea de la real situación en Oriente Medio, no conocen la lengua, la idiosincrasia y la cosmovisión de un habitante de aquel lugar del planeta. Por no saber, ni saben quienes son verdaderamente «los piratas somalíes» y si Somalia esta en África o limita geográficamente con el Kurdistan.

Causa pasmo leer algunos periódicos donde algunos paleozoicos alimentan las hogueras del integrismo y la revolución, pero que luego, cuando suceden hechos como los del Alakrana, se llaman a silencio. Recordemos al señor Zapatero, que tanto aprovecho la coyuntura para manifestarse en contra de Israel y a favor de los yihadistas, debería explicar por qué España mantiene soldados en Afganistán luchando contra los talibanes, que no son ni más ni menos que una organización terrorista del mismo corte y características que los de Hamás con quienes se manifestó solidario en enero pasado. Pero si de lo que se trata es de conseguir votos ya sabemos que para los socialistas del PSOE no hay nada más importante que alcanzar el poder y si para ello conviene explotar el sentimentalismo de la gente sencilla, pues: «se explota», y si hay que ponerse el kafiyah de los palestinos al cuello: «se lo ponen» y que la historia perdone. Pero ni preguntar ¿qué pasa con la crisis y los parados, o con las empresas en cesación de pagos? «Eso no se dice, de eso no se habla y eso no se toca», casi como lo canta Serrat.

Que los aliancistas y civilizacionistas califiquen como «piratas» estos grupos adoctrinados en la escuela de la Yihad no debe sorprender, pero que la prensa y ciertos grupos que se hacen llamar intelectuales continúen engañando al público, eso es paupérrimo. Estos sujetos no son delincuentes comunes sino que encarnan una de las tantas formas en que se exterioriza y manifiesta la historia islamista en general y la doctrina yihadista militante en particular.

Lo que la dirigencia política española actual ve como actos de piratería esta ampliamente justificado por el liderazgo yihadista cuando sostiene que «todos los (Kufars) infieles son pecadores y se los debe atacar tanto en sus bienes como en su integridad física». En el contexto de esta peculiar interpretación político-religiosa de su creencia, la incapacidad de la dirigencia política en comprender la raíz del yihadismo es el resultado de un alarmante relativismo ético emergente del pensamiento progresista moderno occidental. Este (y no otro) es el mayor desafío estratégico que enfrenta hoy el liderazgo de lo que se conoce como «el mundo libre». La incapacidad de comprender y aplicar políticas adecuadas para contraponer este flagelo es (especialmente) alarmante y conmovedora.

Si bien el liderazgo Occidental comenzó a entender las reales intenciones del fenómeno yihadista a partir del 11 de septiembre de 2001, también carga con no pocos prejuicios y ha sido permeable en los últimos años al hábito de falsear la historia a través del mencionado «relativismo». Cuestiones históricas al margen, es imperioso reconocer que doctrinalmente, la yihad tiene diversas manifestaciones y no se limita a muyahidins barbados vociferando «Alla’hu Akbar» en Afganistán, Irak o Pakistán. Junto con la yihad militar existe también la yihad al-qalam (esto es: la yihad de la palabra y de la pluma), lo que en la calle árabe se denomina propaganda de la yihad; y otra de las formas más importantes de la yihad es conocida como yihad al-maal es decir: la yihad del dinero.

El dinero que la yihad necesita proviene del apoyo financiero que obtiene en sus más diversas formas. Varios juristas islamistas en Afganistán e Irak han sostenido un hadith que indica: «El que equipe un muyahidin para emprender la yihad contra el infiel, alcanzara (el mismo) el estado de muyahidin». Por otra parte, a los yihadistas del mar, o en lenguaje occidental, al «pirata» se le perdonan todos los pecados cuando pone uno de sus pies en un barco para hacer la guerra a los infieles y recibirá el doble de recompensa de sus homólogos terrestres.

No hay duda que es la shaa’ria la que engloba a los islamistas somalíes y donde quien lo desee, encontrara muchas respuestas a este fenómeno «mal llamado piratería somalí», y la misma shaa’ria es explicativa acerca de las demandas de rescate y la esclavitud de los infieles. El liderazgo de Occidente debería tener esto en claro y no olvidar la situación de otras 140 personas que aun permanecen secuestradas en Somalia. De acuerdo con la shaa’ria , sólo hay cuatro formas de manejarse con rehenes infieles: a) ejecutarlos, b) esclavizarlos, c) intercambiarlos por prisioneros musulmanes, o d) liberarlos a cambio del pago de rescate. Los rehenes que no han sido ejecutados, por tanto, están actualmente viviendo como esclavos de los señores de la guerra somalíes de acuerdo a la concepción yihadista conocida como malakat aymankum, es decir: «como bienes humanos conquistados y poseídos por la fuerza de la yihad».

Por último, para aquellos que se niegan a interpretar los acontecimientos a la luz de la doctrina yihadista, no cabe duda que los numerosos actos de piratería frente a las costas de Somalia son utilizados para la financiación de una creciente insurgencia en tierra y para ello se realizan secuestros que exigen fuertes sumas de dinero en pago de rescates que ingresan en las arcas de los rebeldes islamistas».

¿Significa esto que todos los piratas sean yihadistas musulmanes que busquen fondos para la financiación de la yihad? Para algunos la respuesta todavía es compleja. Pero el incidente del Alakrana y la conducta claudicatoria de pagar rescate para liberar a los pescadores por parte del gobierno español no solo lo debilita de cara al futuro y a nuevos incidentes de este tipo, sino que debe ser un recordatorio de lo que puede parecer a Occidente como actividades «delictivas comunes de piratería»; cuando en realidad debería prestarse atención a estas actividades dentro de un contexto integrista marítimo de apoyo a las actividades yihadistas en tierra.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.