EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Al parecer se habían olvidado ya aquellos bombardeos sobre Trípoli y Bengasi llevados a cabo por aviones de los Estados Unidos de Norteamérica y que tuvieron lugar el 15 de abril de 1986, aún recuerdo cuando por la noche se oían los motores de los B-52 procedentes de la base USA de Morón en Zaragoza, donde hacían escala en su viaje desde EEUU y pasaban sobre la vertical de la costa alicantina camino de Libia, con el fin de “castigar” al entonces dictador Muammar al-Gadaffi por financiar y apoyar a los terroristas, y ahora, al cabo de mucho tiempo, vuelto a considerar como tal dictador por las potencias occidentales. Ha tenido que ser el pueblo libio el que se haya lanzado a la calle para derrocar al sanguinario represor, han tenido que haber, hasta ahora, centenares de muertos y miles de heridos en la revuelta, ha tenido el mundo que presenciar como Gadaffi bombardeaba con sus aviones a los ciudadanos en las poblaciones sublevadas y sobre todo han tenido que ver como se ha puesto el precio del petróleo para que ahora todo el mundo se haya erigido en redentor del pueblo libio y vaya “a muerte” contra el dictador. Me viene a la memora el hambre y las calamidades que están sufriendo en Etiopía y Somalia y en otras naciones, no del tercer mundo, sino del último mundo, porque no tienen petróleo en su subsuelo, si lo tuvieran serían, sin duda alguna, esos redentores los que irían a salvarles, aunque salvarles no quiere decir que les iban a librar del hambre, de la miseria, de las enfermedades, de la incultura y de los “señores” de la guerra que no son otros que un montón de basura, pero eso si bien armados, que solo se ocupan de fomentar el terror y la muerte robando y asesinando.
Menos mal, que el levantamiento en Libia y sobre todo el afán de seguir “haciendo negocios” con los que puedan ganar, han recordado al mundo que Gadaffi es un chico malo. Siempre lo fue.