Un gato pasó por casualidad junto a una asamblea de perros cuyo líder oraba entusiasmado:
– ¡Hermanos! Recemos juntos, guardemos los ritos y obtendremos del Gran Dios Perro que nos envíe sabrosos y abundantes huesos!
– ¡De gato, si puede ser! , -exclamó un feligrés despistado.
– ¡Impío!, – le espetó el Gran Sacerdote de la Orden de los Perros-. ¡No pongas límites a su misericordia infinita! ¡Á‰l bien sabe lo que tiene que enviarnos y su gloria se manifiesta en la diversidad!
– ¡Amén!, – ladró la Asamblea con fervor.
El gato se alejó de allí, abochornado y lleno de dignidad, diciéndose:
– ¡Estúpidos idólatras, infieles ignorantes, salvajes! ¿Cómo es posible que le recen a ese dios de paganos incivilizados y no al verdadero Gran Dios Gato? ¡Y, encima, le piden huesos en vez de ratones!
Muchos dedos pueden señalar la luna, pero ésta es sólo una.
Al igual que se puede reflejar en mil charcos, ríos y mares, pero sólo es una.
Un divertido ejercicio consiste en abrir la mente y tratar de comprender la diversidad de formas en que se expresa la vida. Acoger sin excluir, mientras acudimos a compartir sus necesidades. A eso se denomina cooperación, sinergein, en griego. Sembrar juntos en la misma arada.