Este año en el que Europa se encuentra inmersa en el centenario que dio inicio a la I Guerra Mundial, se cumplen 99 años del inicio del primer genocidio del siglo XX: el que padeció el pueblo armenio.
Casi un siglo desde que los hijos y nietos de los cientos de miles de personas que fueron aniquiladas bárbaramente, la diáspora armenia, clama por un reconocimiento internacional pleno que no llega.
Si la II Guerra Mundial tuvo su Holocausto, el reconocimiento de la Shoah, su espantoso precedente durante la Gran Guerra carece de tal reconocimiento y conocimiento. Una cruz que pesa sobre los descendientes de la primera nación que hizo del cristianismo su religión oficial.
En una Armenia actual reducida a su mínima expresión, este 24 de abril miles de tulipanes y claveles cubrirán el monumento del desfiladero de Hrazdam. Monumento que sirve como gran catafalco para recordar a las víctimas de la masacre iniciada en 1915 sobre el milenario pueblo armenio.
Una conmemoración que será celebrada en todos los países donde la diáspora armenia tiene presencia.
Una conmemoración de la que debemos se partícipes, y también todos aquéllos a los que se les llena la boca de Derechos Humanos pero callan o miran para otro lado con el fin de no molestar.
«Ils sont tombés» en la voz de Aznavour, pero nosotros recogemos el testigo, y jamás dejaremos de reclamar su reconocimiento, también en España.
Y parafraseando una cita de un joven político español: «sin sed de venganza y con sed de justicia«.