Dicen que Ãfrica está excesivamente dividida y que por eso es tan vulnerable. Las potencias colonizadoras hicieron un cruel reparto de pueblos y de tierras de acuerdo con sus intereses económicos y de sus ansias de poder.
Ahà están las actas de la Conferencia de BerlÃn de 1885 repartiéndose el gran continente como un pastel. No hay más que contemplar un mapa que parece cuarteado a cartabón y plomada. Y esa depredación con la anuencia de religiones europeas que se apoyaron en la fuerza para “civilizar, cristianizar y abrir a los mercados†(europeos) mientras se apoderaban de las conciencias de personas que tenÃan tradiciones y cosmovisiones, en muchos aspectos, más amplias y abiertas que las de los monoteÃsmos importados. Esa es la “carga del hombre blanco†la pretensión de “salvar†a todo el mundo, como sea. Se lo oà al Superior de los Padres Blancos: “Para poder explicarles la necesidad de la redención antes tuvimos que convencerlos de que estaban en pecadoâ€.
¿Es Ãfrica un continente balcanizado?, se pregunta Ben Yahmed desde su autoridad y prestigio. El problema se plantea por la absurda inclinación a admirar lo más grande y lo más caro. Al igual que muchos confunden valor con precio, no pocos sigue uncidos al sofisma de que cuanto más, mejor; en lugar de cuánto mejor, más.
Por balcanización entendemos la situación en que quedó esa región de Europa cuando fue arbitrariamente desmembrada, en razón de etnias, religiones, o nacionalismos periclitados. Tanto bajo los imperios ruso, austro húngaro, alemán u otomano, al igual que con Yugoslavia, hoy una sangrante herida.
Pero vengamos a los datos. Tanto América como Europa, incluida TurquÃa, tienen una población equivalente a la de Ãfrica, cerca de mil millones de habitantes. América tiene 35 paÃses mientras que Europa 46 y Ãfrica 54.
Asia está dividida en 47 paÃses pero su población sobrepasa los cuatro mil millones. Sin contar a OceanÃa que, con 30 millones, está compuesta por 10 paÃses.
El historiador y profesor en la universidad de Yale, Paul Kennedy, hace una reflexión interesante sobre esta división del mundo en un ensayo citado por el maestro de periodismo Ben Yahmed.
Desde siempre, escribe, los historiadores y los expertos en estrategia saben que paÃses pequeños pero bien organizados pueden alcanzar una influencia desproporcionada a su tamaño. Fue el caso de Portugal, PaÃses Bajos, Gran Bretaña o España que extendieron sus dominios sobre gran parte de la tierra.
En nuestro tiempo, Hong Kong, Catar o Dubai pelean en categorÃas muy superiores a su peso.
Pero si la pequeñez no es sinónimo de insignificancia, extenderse fÃsicamente no supone necesariamente crecer en poder e importancia. Si la extensión geográfica fuera sinónimo de grandeza, entonces Rusia, con más de 17 millones de kilómetros cuadrados, dominarÃa el mundo. Canadá, en una menor medida, está en ese caso y Australia, también por razones climáticas, tiene limitadas sus zonas habitables. En los próximos 50 años, Rusia padecerá las consecuencias de su descenso demográfico mientras que Australia y Canadá albergarán mayores poblaciones adaptadas a sus inmensos territorios.
Los casos de India y de China son aparte pues albergan al 40% de la población mundial, y mientras India padece un crecimiento demográfico desorbitado, China conocerá los problemas de una inmensa población envejecida. Para ambos paÃses ese exceso de población no hace presagiar nada bueno para el resto de una humanidad globalizada e interdependiente.
Paul Kennedy cita a Brasil por su equilibrio entre el crecimiento de su población, su extensión geográfica y sus recursos en agua y en tierras cultivables.
De Estados Unidos, el profesor norteamericano dice “sus datos geopolÃticos, una situación privilegiada entre dos océanos, sólo dos paÃses como vecinos apacibles y la mayor ratio del planeta entre superficie, población y recursos agrÃcolas, le ofrecen formidables oportunidades para sobreponerse de sus estupideces presentes y futurasâ€.
De ahà que ser grande en población o en territorio no garantiza el ser una gran potencia sino es con la ayuda imprescindible de estrategias inteligentes y la inversión en educación, sanidad y conciencia universal pues ya nadie podrá sobrevivir en un mundo con planteamientos injustos por inhumanos.
Padecemos estrabismo y nos aferramos a ejércitos y policÃas porque tenemos miedo a otro mundo posible que anhela manifestarse.