Es una suerte poder ver el milagro del amanecer todos los días y ver que siempre sale el sol. Gracias a la vida por ello.
Gracias por haber ganado una lucha conmigo mismo y tener la suerte de contarlo.
De mis bondades, de mis bajezas, en fin, de la maravilla de estar vivo.
¿Cuántas gracias podré dar? Tantas que se pierden en el horizonte. Son tantas y tantas las cosas por agradecer, que el corazón se hincha y siento que puede explotar en millones de agradecimientos.
Por ver a mis padres vivos, y que ellos hayan visto el renacer de un hijo.
Son tantas y tantas cosas que no me cabe un desagradecimiento.
Amigos, estoy vivo, con una nueva vida por delante, sintiendo el nuevo aire en la cara, el calor del sol en mi cuerpo.
Es la vida que corre por mis venas.
Gracias a Dios por poder ver las sonrisas de aquellos a quienes amo, y también de aquellos que salen del agujero.
Escribo yo. No para dar ejemplo ni para dar consejos, sino para dar gracias, desde la humildad de aquel que fue desagradecido con algo tan maravilloso como es la vida, y que ha estado a punto de perderla.
Porque muchos no nacerán, no tendrán esa suerte, no podrán dar gracias a Dios por el milagro de la vida. Yo sí, y por ello no puedo ser desagradecido ahora, ni cuando llegue el final de mis días, pues he tenido la suerte de ver cosas que otros no podrán ver jamas.
Gracias por poder tener un lugar en el mundo, por tener un trozo de pan que llevarme a la boca.
Se agradece de corazón, con el alma, con todo tu cuerpo, con todo lo que te ha dado la vida.
Gracias por dejarme empezar de nuevo.
Gracias por todo lo que me has dado. En mí está el reconocerlo, o apártalo y ser desagradecido, pero no es así.
Gracias Vida…