¡Los pelos como escarpias! La segunda mejor selección de baloncesto de la historia de Estados Unidos (siempre por detrás del ‘Dream Team’ de Barcelona), jugando al mejor nivel de la historia (incluso mejor que en Barcelona) ha necesitado la ayuda (o permisibilidad, para ser políticamente correctos) arbitral para derrotar a España, en el mejor partido de baloncesto jamás visto, tanto por la calidad del juego como por la importancia del partido.
Ha sido un partido jugado ‘a cara de perro’, con defensas al límite, pero que, aún así, no han sido capaces de detener el talento (esa cosa que se tiene o no se tiene, no se obtiene entrenando, aunque sí se mejora) descomunal de los 22 jugadores que se han enfrentado en el partido (José Manuel Calderón no ha podido jugar por una inoportuna lesión, y Berni Rodríguez derrocha corazón pero su falta de talento es evidente).
Mates increíbles, triples fantásticos, movimientos tácticos solo a la altura de los dos grandes entrenadores que estaban en los banquillos (ambos lo han ganado todo, uno con el F.C. Barcelona y otro con la universidad de Duke), gestos técnicos de los jugadores inalcanzables para la mayoría. En definitiva, un espectáculo baloncestístico de nivel máximo.
Lo único lamentable ha sido la actuación del trío arbitral que han ‘sabido’ ayudar a la selección de Estados Unidos en esos momentos que más lo necesitaba. Porque decantar un partido de baloncesto es relativamente sencillo, y no se mide por un mayor o menor número de faltas o de violaciones, no, se mide por el momento de las mismas y por la aplicación diferente de las reglas.
Porque a Estados Unidos se le ha permitido realizar ‘pasos de salida’ durante todo el torneo, mientras que al resto de equipos no. Y éso es una injusticia grave, que se ha visto incrementada en la final en la que he contado, al menos, 12 jugadas iniciadas con pasos de salida y que han terminado en dos puntos para el equipo norteamericano. Porque a Estados Unidos se le ha permitido llegar al límite de su agresividad defensiva, mientras que al resto de equipos no. Y éso, igualmente, es una injusticia grave.
Sin embargo, debemos quedarnos, y me quedo, con lo bueno, con el excelente partido de baloncesto que hemos podido disfrutar, con el haber jugado ‘de tú a tú’ a los que hasta hace unos años considerábamos de otro planeta, con el renacer (uno más) de un deporte que nunca termina por explotar, y, por supuesto, con la inigualable generación de jugadores que tardaremos muchos años en volver a tener (si es que llega a suceder) y varios en reconocerles su verdadero talento.
Por puestos, Ricky ‘el más listo de la clase’ Rubio, José Manuel ‘ordenador personal’ Calderón, Raúl ‘¡qué pena de mi lesión de rodilla! López, Rudy ‘los blancos sí la saben meter’ Fernández, Juan Carlos ‘la bomba’ Navarro, Berni ‘no sé que hago aquí’ Rodríguez, Carlos ‘lo hago todo bien’ Jiménez, Alex ‘cada día soy mejor jugador’ Mumbrú, Felipe ‘carpanta’ Reyes, Carlos ‘el adelantado a su época’ Garbajosa, Marc ‘la roca’ Gasol y, como no, por supuesto, Pau ‘no hay calificativos’ Gasol.
Gracias, España, gracias por habernos hecho disfrutar, gracias por habernos hecho soñar, gracias por demostrarnos que el talento no está reñido con la humildad, que el talento no está reñido con el trabajo, que el talento no está reñido con el trabajo en equipo.