Pues claro que sí. Que ya era hora de que la denominada “vieja guardia” socialista andaluza comenzara a retirarse de la escena política y abandonara el protagonismo principal que la ha venido caracterizando hasta el momento. Sí, ya es hora de que los “históricos” pasen, efectivamente, a formar parte de las páginas de la historia de esta Comunidad Autónoma, tan vilipendiada siempre por el poder central fuera quien fuere quien lo ostentase (excepciones puntuales sí que las hay). Y es que si algo tiene y conserva el territorio andaluz es su fortaleza anímica y, sobre todo, su acendrado sentido de la libertad; cualidades que, indiscutiblemente, nunca han sido bien vistas por la mayoría de los que han venido gobernando a este pobrecito país.
Aunque los motivos exactos, el argumentario concreto que ha determinado que el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, decida no presentarse como candidato a las aún muy lejanas elecciones autonómicas no será, por ahora, de conocimiento del ciudadano de a pie, ya el gesto alienta y deja entrever otro panorama político dentro y en las afueras del PSOE-A. Porque está claro que hay fecha de caducidad para todo, por más que algún insensato y mediocre servidor público se empecine en degustar una “variedad de leche fermentada que se prepara reduciéndola por evaporación a la mitad de su volumen y sometiéndola después a la acción de un fermento denominado maya”, una vez que se haya hecho efectivo su cumplimiento.
Así que esta acción presidencial, aun sabiendo que es y va a ser “carne de cañón” durante unos cuantos meses tanto en los distintos medios de comunicación como en las bocazas de los que comulgan a diario con el no por el no, no debiera distraer a nadie de la verdadera intención de la misma –yo quiero creerlo de esta manera- y que no es otra que la gente joven, el talento socialista y joven que viene despuntando desde hace tiempo, se haga definitivamente con el hueco que le corresponde en la formación dotando a ésta, para empezar, de los resortes necesarios y más que urgentes por recuperar lo que lastimosamente se perdió a causa de la ambición derivada en traición de unos cuantos: la calle.
Dicho esto, y desde el punto de vista de este humilde pensionista sujeto a contribución, creo que el acto ejecutado por el presidente Griñán, con firmeza y para mí en el lugar adecuado, debería ser el espejo en el que se miraran sin ataduras aquellos que todavía tienen en sus mentes continuar a trancas y barrancas con sus particulares agendas, por los siglos de los siglos amén. Pero, ¿es que no entra en cabeza humana –como se dice en mi pueblo- el que nuevas políticas requieren de nuevos políticos? Ese ciudadano de a pie, al que un servidor aludía más arriba, no puede entender que se le niegue sistemáticamente el pan y la sal a quienes con su valía más que demostrada pueden ser capaces de devolver al PSOE su maltratado prestigio. De santos barones, el ciudadano de a pie (el que deposita su voto en una urna para que se lo administren como dios manda) ya está harto. “Por consiguiente” y “sin acritud”, digo lo mismo que al principio: ¡Ya era hora!