Pasen y vean amigos, el despropósito en su máxima expresión, seguimos recortando cuando debiéramos crecer y aún asà nos llevamos las manos a la cabeza de que la cosa no vaya bien, para nadie, ni siquiera para los alemanes que ahora se empiezan a dar cuenta de que no tienen a quien vender sus productos, pero todos rizando el rizo hasta el bucle infinito.
Contrafactuales de manual, ¿qué hubiera sucedido con otra polÃtica? Eso nunca lo sabremos, pero lo podemos imaginar, que es gratis y además muy bien pagado en esto del periodismo, porque si imaginamos y de tanto imaginar extrapolamos terminamos por naufragar en las aguas de Estados Unidos donde se apostó por otra cosa, por el crecimiento, y los resultados ahà están.
AquÃ, a verlas venir, un Banco Central que no sabe o no quiere, y unos gobiernos presos de los grupos de presión financieros que insisten en ser los primeros, al menos a la hora de cobrar, que de pagar ya hablaremos, oiga, no se ponga usted nervioso, y mientras tanto los paganos, tú y yo, seguimos con el agua al cuello que si no nos ahogamos es gracias al bar de la esquina que nos sigue fiando las cañas.
Ecuaciones hay muchas pero ninguna tan sencilla: el Estado no tiene dinero y sus ingresos provienen de los impuestos, por lo que hay dos soluciones, o bien se incrementan los impuestos, deprimiendo la economÃa y obteniendo un resultado positivo sólo en el corto plazo, o bien se apuesta por insuflar energÃa a la economÃa para que se multipliquen las transacciones, las compras y las ventas, se abra nuevos negocios y todo se multiplique una y otra vez.
Reflexión, ¿el llamado milagro económico de Aznar se basó en incrementar los impuestos? No, se limitó a potenciar y facilitar las transacciones con lo que los ingresos se multiplicaron. Se equivocó, a sabiendas o no, en la forma, pero en el fondo tenÃa razón.
Señores gobernantes déjense de zarandajas, estamos en las últimas y necesitamos una solución ya, una vÃa de escape que pase por que nos dejen de ahogar. Fuercen a los bancos a que vuelvan a hacer fluir el crédito, flexibilicen de una vez por todas la administración y olvÃdense de devolver favores contraÃdos en forma de puestos en empresas públicas o de asesores.
Mientras tanto yo me refugió aquÃ, en mi habitación 237, donde me siento seguro de los peligros de ahà fuera.