Un reciente informe de la encuestadora «Rasmussen & Reports» dice que la simpatía popular favorece al candidato demócrata a la Gobernación de California Jerry Brown en un 48% y que la republicana Meg Whitman le sigue con el 45% de la intención de votos. El 50% la desfavorece; sólo un 20% tiene una «opinión muy favorable de ella»; el 31%, una opinión «muy desfavorable».
Los californianos tienen una opinión de desaprobación a la Legislatura estatal en general, en tasa del 78% de desaprobación. El Partido Republicano tiene una tasa de desaprobación del 71% y de franca aprobación general del 23%. En este contexto de indicadores es difícil saber que ocurrirá. Empero, los candidatos a la gobernación, Whitman y Brown son apoyados por el 80% de sus partidarios dentro de sus partidos. Brown, ex-gobernador entre 1975 y 1983, tiene un modesto apoyo de 46-41% entre los votantes no afiliados a ninguno de los partidos.
Este enojo es comprensible, dijo el Contralor Estatal de California, John Chiang, si consideramos que para el año fiscal del 2009-2010, California había acumulado un défict de efectivo de $16.5 billones. Sin embargo, las encuestas Rasmussen, agencia conservadora aunque da a Brown, una ventaja en su encuesta de septiembre del 47%, «si las elecciones fuesen hoy», a Whitman, le asigna 46% de la intención de voto en la competencia gubernativa.
El pueblo californiano es muy sugestionable y es mayoritariamente conservador. Se explica así que el 55% favorezca una ley antimigratoria como la de Arizona, aplicada a California, ante un casi 40% que la repudia. El 76% de los votantes que repudian la Ley de Arizona apoyan a Brown; el 68% de los que la fa vorecen votarían por Whitman.
La mentalidad de Whitman es corporacionista y anti-migratoria. En el primer renglón, se discute que cómo gasta en anuncios radiales para convencer a los votantes de que «más altos impuestos a los ricos no es una estrategia justa»; los demócratas creen en imponer nuevos impuestos a los «super-ricos», siendo que California está en riesgo de ahondas el cisma entre ricos y pobres. El Estado tiene una porción significativa de los super-ricos y un porcenaje mayor al 14.3% promedio de los pobres, que hacen en la nación los 43.6 millones de personas que viven en la pobreza (20.7% son niños y uno de cada 4 pobres, latino), según los informes del reciente Censo Federal. En el plan de Whitman, no hay consciencia de que aún los ingresos promedios de los anglocaucásicos ($30,941 anuales) son mucho mayores a los de los afroameriicanos ($18,135 anuales) y aún los asiáticos hacen más dinero que afroamericanos y latinos. Mas, pese a que el sistema de
Welfare de ayuda a los pobres fue modificado en 1994, ella propone modificarlo de nuevo para limitar aún más los beneficios de las familias pobres, darles servicios exclusivamente por dos años y requiriéndole que «trabajen» para retener los beneficios desde el momento que los reciben. El analista de la AFL-CIO, James Parks, llama deprimente al espectáculo de una «multimillonaria que promociona que se haga peor y más miserable la vida de la gente más pobre». Y otro analista, Robert Cruickshank, director de políticas públicas de «Courage Campaign» y coeditor de «Calitics.com», expone que Meg Whitmam «en vez de utilizar la ayuda del gobierno para restaurar la clase media, propone que el Gobierno destruya la clase media a fin de ayudar a que los ricos se hagan más ricos. Su plan económico está dirigido enteramente hacia canalizarle riqueza y ofrecer nada a la masa trabajadora y desempleada que batallara en la recesión».
Cruickshank advierte que Meg Whitman no entie nde la crisis económica por la que ha pasado la nación y California y que es al que aún los graduados universitarios no pueden hallar empleo, ni por los dos años en que ella propone que se limite la ayuda del Welfare. El billón de dólares que quiere para el sistema de universidades estatales (UC y CSU) se lo quiere quitar al gasto social en gente que lo necesita. Los legisladores republicanos, con sus negativas a elevar los impuestos, han sido los que han llevado a recortes en el financiamiento de la educación superior.
En el segundo renglón, Whitman aprovecha sus anuncios radiales, como durante su campaña primaria, ataques viciosos a los inmigrantes indocumentados. Rechaza las Ciudades-Santuarios. Se opone a una ley de inmigración.
No quiere gravámenes para los empleadores, basados en excesivas leyes de compensación a trabajadores lastimados por accidentes de trabajo,en particular porque los empleos de mayor riesgo lo realizan migrantes. De hecho, quiere eliminar 40,000 posiciones de empleos estatales y crear una base de datos sobre los posibles empleados indocumentados. Desea que se suspenda el proyecto de un tren de alta velocidad. Ataca a su correligionario Arnold en materia de transportación pública y enfatiza una economía basada en los hallazgos de compañías petroleras, más contaminantes que las políticas de energía alternativa.
La multimillonaria Whitman, quien gastaría $119 millones de su propia cartera, en la campaña y quien no tiene experiencia en el servicio público, al parecer, viene con ánimo anti-migratorios y con una agenda corporativista para que la que necesita reformar leyes como el Acta de Calentamiento Global (o de emisiones tóxicas en la atmósfera), invalidando el AB32, y la ley de protección de territorios y costas, a fin de apoyar la perforación de pozos petroleros o de minerales.
Con la mentira de que California ha dejado de ser «an excellent place to do business», o un imán atractivo para hacer negocios, Meg Whitman sabotea alternativas en la manufactura. La compañía Tesla está utilizando su planta de NUMMI para hacer carros eléctricos; pero Meg quiere ‘gasolina’ y explorar pozos petroleros. Entonces, la mentira y la desinformación le sirve para asegurar que la compañía Northrop Grumman se irá de California; un vocero de la compañía, Dan McClain, tiene que corregirle el dato. Unos 30,000 empleados que tiene en California permanecerá aquí. «Only slightly more than 1% of the total workforce was relocated».
¿Se puede confiar en una candidata que miente y manipula? Meg Whitman es una versión californiana de la gobernadora de Arizona y otra «niña rica, plutócrata, cyberpunk-lady, whizzkid caprichosa», cuyo contacto con la realidad siempre ha sido a través del eBay, y el planeamiento de estrategias para Walt Disney Co. y la División Playskool de Hasbro. Su mundo de finanzas puede que le sirva para premiar a anglosajones e inversionistas; pero, la realidad de las finanzas públicas se rige por otras leyes, con gentes de diferentes niveles de necesidad y cultura.
Da muy mala espina que la candidata Meg Whitman crea que sus $119 millones en campaña sirvan para comprar la Gobernación (¡es un derroche y malgasto de dinero!) en un Estado en bancarrota, máxime si consideramos lo que ya dicho y más lo que no ha dicho todavía. Pienso en $119 millones apostados a la mudez porque, si de veras pensara en crear una nueva política de educación que comience con reducir el número de alumnos por maestros («class size reduction») para serbir a los alumnos en mayor riesgo de desertar la escuela y mejorar el rendimiento académico, es imprescindible que diga cómo financiar estos proyectos, propuestos y abandonados, porque el déficit a que los republicanos han llevado al Estado son como un paso hacia adelante y dos hacia atrás.