El alejamiento de nuestra condición espiritual y del sentido sagrado de la existencia  llevó paulatinamente al progresivo deterioro y fragmentación de la capacidad de conocer, a la aparición del lenguaje y a sustituir la comunicación telepática por la  palabra.
Al fragmentar la totalidad en parcelas de conocimiento ya no puede ser abarcada globalmente por la intuición, sustituida cada vez más por la razón discursiva. Y el cerebro humano alejado del contexto espiritual  comenzó a concebir la realidad en partes alejadas entre sà que pretenden cada una  explicar el Todo desde su pequeña parcela irrisoria, pero habiendo ya perdido esa conexión con el Todo o Dios, EnergÃa Universal, Conciencia Cósmica, Tao, o  como se le quiera llamar al artÃfice y creador de la Verdad absoluta.
Esta tendencia la verÃamos crecer a lo largo de la Historia por un sector de los rebeldes espirituales  que nunca se arrepintió, tomó la Tierra como base de operaciones y  puso a sus jefes de campaña en traje terrenal  a ocupar  los sillones del poder en este mundo para ejercer el suyo a través de reyes, papas, ministros, etc.
Con el pensamiento racionalista que lleva al individualismo utilitarista y egocéntrico por encima de la individualidad y que desprecia el lenguaje del corazón, es fácil que se llegue a la fragmentación de todo conocimiento y a su división en parcelas, miremos donde miremos. Asà la Ciencia misma está parcelada en diversas áreas, y los conocimientos generales  divididos en materias inconexas que pretender ser autosuficientes. Este  proceso dio lugar a la aparición de Newton y Descartes, con cuyas ideas hemos convivido durante siglos hasta la aparición de la fÃsica cuántica que muestra las miserias y limitaciones de aquellos que fueron los paradigmas con los que nos hemos educado desde la niñez. Pero son paradigmas superados que  hasta premios Nóbel de FÃsica como David Bohm o Erwin Schrödinger, y muchos otros, han criticado tanto por la fragmentación de los conocimientos  como por  el modelo de desarrollo equivocado al  colocar la tecnologÃa por encima de la ética. Esto nos ha llevado a una deshumanización de las ciencias, y a la vez a un alejamiento de la verdad, que es  holÃstica y no dividida en compartimentos estancos.
Por su parte, siquiatras y psicólogos transpersonales  como Stanislav Grof  y otros investigadores del campo emocional, como Goleman o Dyer, consideran igualmente  los paradigmas newtonianos-cartesianos como un importante obstáculo para la evolución. De ahora en adelante, si queremos estar a la altura de los tiempos,  tendremos que hablar de ética y de ciencia convergente, del poderoso papel de las emociones y  del desarrollo de la conciencia espiritual  junto al de los conocimientos, lo cual nos conduce lentamente a una vuelta a nuestros orÃgenes.
La humanidad ha llegado a un punto tal con el materialismo y el intelectualismo racionalista que por no abandonarlo nos conduce a pasos de gigante al desastre global que estamos viendo desarrollarse ante nosotros. Esta es actualmente la enfermedad esencial de nuestro mundo: lo viejo se resiste a morir y lo nuevo avanza entre miles de obstáculos que le coloca lo viejo, no solo exteriormente  en lo que respecta a cómo el Sistema  obstaculiza lo alternativo todo cuanto puede, sino también por la propia resistencia personal  a cambiar nuestros modos de pensar, sentir y vivir de acuerdo con los nuevos paradigmas.
En cuanto pensamos un poco reparamos en  que persistir en el error  y rechazar lo alternativo  como  los dirigentes del mundo pretenden por todos los medios- que son muchos- es una actitud suicida. Estamos en una época floreciente desde el punto de vista espiritual y del conocimiento holÃstico, integrador; en una época de encuentros y hermanamientos culturales, espirituales y vivenciales entre Oriente y Occidente que está indiciando el camino de salida del yo humano atrapado aún en su mayor parte por la materia y el racionalismo, pero que busca cada vez más en todas partes recuperar la noción de su condición divina y su sabidurÃa primigenia perdida, desfigurada por las instituciones religiosas de Oriente y Occidente.
Por lo expuesto, estamos   abocados a tomar el camino de regreso a nuestro origen más allá de la materia; un camino  que ya va ser imparable, como lo fue el Medioevo para la edad antigua, la burguesÃa para el Medioevo o la edad moderna para la burguesÃa.
La trayectoria de la evolución del género humano no se detiene en el progreso tecnológico o un relevo   en el poder de  las clases sociales, sino en la revolución de la conciencia, que es el paso siguiente a la revolución tecnológica. Hemos descubierto muchos juguetes que nos pueden matar y arrasar el Planeta y nos hemos asustado  de nuestra capacidad de dañar. Si de verdad logramos alcanzar la edad de la razón acordaremos fácilmente destruir lo que puede destruirnos antes de que predomine la sinrazón de la Caverna.