Esta semana se ha celebrado en Barcelona la última ronda de negociaciones antes de la Cumbre del Clima de Copenhague (Dinamarca), en la que se decidirá el acuerdo que sustituirá al Protocolo de Kyoto. España lo ha dejado claro: su lucha contra el cambio climático será a través de las energías renovables acompañado de un cambio hacia la economía verde. Pero, ¿conseguirá reducir las emisiones de CO2 contaminantes?
Las noticias españolas sobre energías renovables son contradictorias. Mientras la Comisión Europea (CE), en su Informe de avance sobre la energía procedente de fuentes renovables, señala que la gran mayoría de los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE), entre ellos España, se encuentra por debajo de la media de progresión, el Gobierno español mantiene que España es “de los países energéticamente más avanzados” y que “el caso español es un modelo”.
El Informe de la CE presentado en 2009 revela que el consumo primario español de renovables ha pasado del 7% en 2003 al 7,6% en 2008, y sólo seis países han conseguido aumentar al menos dos puntos desde 2004. En realidad, Alemania es la referencia: ha pasado del 10,6% al 12,6% en esos cinco años.
Sin embargo, la gran baza de las renovables es su respeto al Medio Ambiente, al no emitir más gases de efecto invernadero, además de constituir una fuente de creación de empleo. Desde el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), explican que si el desarrollo de la energía renovable sigue su curso, en algunos casos como la energía eólica, para 2010 se habrá duplicado la producción por año.
“La energía es el corazón del problema ya que más de dos tercios de las causas del cambio climático proceden del sector de la energía”, ha adelantado Fatih Birol, director de la División de Análisis Económico de la Agencia Internacional de la Energía durante la presentación parcial del informe World Energy Outlook 2009: Análisis sobre Cambio Climático en Madrid.
Birol apunta hacia un aumento del uso de energías renovables para reducir las emisiones de CO2. De lo contrario, “si no cambiamos nuestro sistema energético, acabaremos con un aumento de temperaturas de 6ºC en las próximas décadas”, ha declarado Birol acerca del contenido del informe que se publicará entero el próximo 10 de noviembre en Londres (Reino Unido).
“La energía puede luchar contra el cambio climático, y aportar su granito de arena en la mitigación, que será uno de los grandes pilares del acuerdo de Copenhague”, ha señalado Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM). Según Ribera, el acuerdo debería “proporcionar un aumento sustancial de los recursos financieros y tecnológicos disponibles para generalizar las tecnologías que hoy permitan el crecimiento no intensivo en carbono y en el horizonte 2050 avanzar a una economía neutra en carbono y aspirar a objetivos de reducción de emisiones de entre el 80 y el 95%”.
El nuevo Consejo UE-EU (Unión Europea-Estados Unidos) de la Energía que ofrecerá un nuevo marco para el diálogo transatlántico sobre cuestiones estratégicas como las políticas que animan al cambio por fuentes de energía con bajas tasas de emisiones de carbono, se lanzó el pasado 4 de noviembre en Washington (EEUU).
“La cooperación científica debe estimular el desarrollo de tecnologías energéticas con bajas emisiones de carbono y será un pilar capital de este nuevo Consejo. La integración de la investigación en esta cooperación bilateral marca además un reconocimiento político sobre la importancia de la Ciencia en la resolución de nuestros retos comunes”, ha declarado Janez Potocnik, comisario europeo encargado de Investigación.
«Armas» verdes para afrontar retos ambientales
“Hay que avanzar en la dirección de una nueva economía basada en principios ecológicos que invierta en economía verde”, ha afirmado Elena Espinosa, ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM), durante las conferencias de Barcelona sobre Cambio Climático esta semana. Espinosa también ha subrayado la necesidad de reducir a la mitad la producción de gases de efecto invernadero para que el modelo actual de desarrollo no sea así de insostenible.
A través de las energías renovables se podrá afrontar con éxito los retos de los próximos años. Para, “En España hay instalados 47.000 MW de tecnologías renovables, lo que ha permitido que en los meses acumulados desde inicios del 2009 se haya aportado alrededor del 25% de la producción eléctrica, alcanzando algunos días, como el viernes 23 de octubre, el 50%”, ha explicado Miguel Sebastián, ministro de Industria, Turismo y Comercio, en el acto de entrega de los Premios de la Energía 2009, celebrado el 3 de noviembre.
Para 2020 las fuentes renovables en España constituirán el 20% del consumo de energía final, donde también estará incluido el transporte. Las renovables también estarán presentes en el suministro del sector eléctrico donde representará al menos el 40%. Estas energías parecen ser la salvación ante un clima cambiante y una economía en crisis. Su camino está marcado, sólo queda recorrerlo y esperar a que cumpla todas las expectativas ambientales y sociales.
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Objetivos con vistas a 2020
Para cumplir con su compromiso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, España deberá acometer varios objetivos de la Estrategia Española de Cambio Climático y Energía Limpia Horizonte 2007-2012-2020. Además de asegurar la aportación mínima del 10% de biocarburantes en el transporte para 2020, el Gobierno español elaborará un nuevo Plan de Energías Renovables 2011-2020 que pueda situar a España en “una posición de liderazgo”. Esta posición permitirá alcanzar el objetivo de que el 20% del mix energético de la Unión Europea proceda de energías renovables en 2020, de acuerdo con el paquete de medidas integradas sobre energía y cambio climático aprobado por el Consejo Europeo.
Para lograrlo, el nuevo Plan deberá establecer apoyos públicos a la inversiones privadas para innovar en las tecnologías; definir un conjunto de mecanismos de promoción de estas tecnologías; aportar ayudas destinadas a investigación y desarrollo tecnológico en áreas poco desarrolladas, e integrar la energía renovable en los sectores del transporte y edificación (caso de la biomasa y la solar).
Para el Gobierno lo más importante es conseguir que “a partir del año 2010 las energías renovables se sitúen en una posición estratégica y competitiva frente a los combustibles fósiles, hasta conseguir una aportación al consumo bruto de electricidad del 32% en el 2012 y del 37% en el 2020”.