La agricultura tradicional y el intermediario feroz.
Se han ofrecido datos de la influencia de la especulación en los precios de los alimentos. También sobre el control que ejercen algunas transnacionales en algunos recursos agrícolas y los beneficios que acarrea dicho oligopolio. Se ha visto como algunas empresas alimentarias también ganaron sumas ingentes en periodos de hambre. Y en este punto nos centraremos un poco más en este aspecto del comercio de los alimentos.
Aquellos campesinos y agricultores que no cultivan para subsistir o no venden en mercados locales, tienen que luchar por su porción de pastel dentro del supermercado global. Eso conlleva acatar las condiciones de aquellos que especularán con sus cultivos y/o que comprarán sus productos (intermediarios, transnacionales agroexportadoras, ciertos minoristas, centros comerciales, supermercados, etc.).
El principal problema que enfrenta el campesino es que estos intermediarios, transnacionales, etc. ejercen un control sobre el comercio de los alimentos y son los que imponen los precios y las características de los cultivos. Estamos pues ante otro eslabón de la cadena alimentaria, dominado una vez más por un oligopolio que establece los parámetros sin medir las consecuencias.
Estos productos que son literalmente “robados” al agricultor, luego multiplican su valor en las estanterías de comercios y supermercados. En España, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y las organizaciones de consumidores, UCE y CEACCU, elaboran periódicamente el Ándice de Precios en Origen y Destino de los Alimentos. En el último estudio correspondiente al año 2009, se denunciaba que los alimentos multiplicaban por cinco su valor, desde el agricultor al consumidor. Se descubrieron casos extremos como el de la zanahoria, que era pagada al campesino a 0,08 euros y se vendía luego a 0,98.[i]
Se ha llegado a este extremo porque la distribución ha quedado en manos de un puñado de intereses que imponen sus condiciones. En España, en el año 2005, el 90% de la venta de alimentos estaba controlada por la distribución moderna y es más, el 75% del total lo manejaban cinco supermercados y dos centrales de compra. Esta concentración de la oferta creció en la medida que cerraban sus puertas más de 70.000 tiendas tradicionales en la última década.[ii] Cifras similares se repiten en otros países. En Suecia en el año 2000, tres distribuidores modernos acaparaban el 95,1% de la venta de alimentos. En Dinamarca eran seis los que controlaban el 63,8%. En Argentina tres conseguían una cuota del 45,3% y en Chile tres más obtenían un 39,6% del total.[iii]
Este fenómeno del intermediario es bien conocido a nivel mundial. En julio de 2004 pude asistir al IV Foro Mesoamericano por la Diversidad Biológica y Cultural, celebrado en el municipio salvadoreño de Carolina. Durante varios días pude entrevistar a agricultores y expertos de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, México, Honduras, El Salvador, etc. Todos ellos reconocieron el problema del intermediario, (conocido también como “el coyote”) y la inexistencia de financiación para sus cultivos, junto a una tercera causa: la entrada de los excedentes de los países del norte, que al estar subsidiados compiten y desplazan la producción local (dumping).
Luis Sabini[iv] plasma perfectamente los devastadores efectos de este tipo de medidas, en su artículo “La crisis mundial de las producciones locales”.[v] Según datos de Hernán Pérez Zapata[vi] (cit. p. Luis Sabini), Colombia antes podía auto abastecerse de su propio trigo hasta que el estadounidense fue invadiendo sus mercados. En 1966 el país sudamericano producía 160.000 toneladas e importaba 120.000 toneladas. En 1990 cultivaba 20.000 e importaba 1.200.000. En el 2004, la importación superó 1.800.000 toneladas.
En México, la Confederación Nacional Campesina, denunció que varios años después de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte “…sólo quedan 5 mil 200 productores de arroz en todo el país, cuando hace una década eran casi 30 mil, y si antes se sembraban unas 250 mil hectáreas, la superficie actual apenas llega a 70 mil.” y “…el campo mexicano presenta daños más graves que los producidos por huracanes, ya que en el caso del arroz se han importado 7 mil millones de toneladas y un 80 por ciento del grano que se consume en el mercado nacional. El cultivo del cereal estuvo a punto de desaparecer y ahora, en similar riesgo están los productores de maíz, frijol y caña de azúcar, ante la apertura total en 2008…”.[vii]
Este fenómeno de las importaciones excedentarias subsidiadas favorecidas por la rebaja en los aranceles, es catastrófico porque extermina a millones de agricultores que no pueden competir, aunque sería injusto circunscribirlo en una sola dirección norte – sur.
Más que nada porque muchos terratenientes, distribuidores e inversionistas han acaparado tierras en los países del sur, y han deslocalizado ciertos cultivos ya que pueden obtenerlos más baratos. Hacendados y aristócratas de naciones pobres también han entrado en esta dinámica y venden grandes cantidades de cultivos a intermediarios del norte. De esta forma, estos alimentos cultivados en el sur por grandes intereses, viajan hacia las estanterías de las naciones del norte y como son más competitivos desplazan a sus agricultores hasta llevarlos a la ruina. Campesino del norte, jaque mate.
Los pequeños agricultores de los países del sur antes generaban sus alimentos pero fueron abatidos por las importaciones subsidiadas entre otros motivos. Ahora las tierras de estos países cultivan para exportar productos exóticos sobre todo. Estas naciones, una vez aniquilados sus agricultores, dependen de las importaciones de alimentos, que pueden estar peligrosamente encarecidas si los brokers deciden jugar un poco. Quienes no puedan aceptar las condiciones del intermediario ni competir con las importaciones subsidiadas, deberán abandonar la tierra y buscar otra manera de subsistir. Campesino del sur, jaque mate.
Por eso millones de agricultores abandonan la tierra cada año y ésta acaba concentrándose cada vez en menos manos. España, con cifras del último censo agrario disponible (año 1999), había perdido en una década más del 21% de las explotaciones agrarias, mientras la superficie utilizada y labrada ascendían.[viii] En la Unión Europea desaparecieron cerca de 500.000 explotaciones agrarias entre 2005 y 2007.[ix] En Reino Unido, desde 1965 hasta 1995 se desvanecieron más de 200.000.[x] Argentina, en 1988 albergaba 421.221 explotaciones y pasó a 333.533 en 2002, según los Censos Nacionales Agropecuarios elaborados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República.[xi] Según el Servicio de Estadística Agrícola Nacional, entre los años 1964 y 2007, Estados Unidos dilapidó aproximadamente el 40% de sus explotaciones, incrementándose a la vez el tamaño medio de éstas.[xii]
Entre 1994-1996, la agricultura acogía al 47% de la población económicamente activa a nivel mundial, cifra que en 2006 descendió a un 42% según la FAO. En el mismo intervalo de tiempo, la población rural disminuyó del 55% del total al 51%. Según datos de la misma organización y también en dicho periodo, el comercio internacional agrícola se incrementó considerablemente en todo el planeta. Las importaciones pasaron de 449.000 millones de dólares a 746.000 y las exportaciones de 432.000 a 721.000.[xiii] Estos números indican claramente que, comercio internacional y desarrollo no van precisamente cogidos de la mano, porque se repite y se profundiza en el modelo que Moore Lappé y Collins denunciaron hace tres décadas.
[i] COAG: “A pesar de unos precios más bajos al consumidor, la diferencia origen-destino aumenta un 9% en el último año y roza el 500%”, 14 de enero de 2010.
[ii] Observatorio de la Alimentación (MARN), Cit. por F. García y G. Rivera: Supermercados no gracias, Icaria Editorial, Barcelona, noviembre de 2007.
[iii] Planells, J.M., Mir J., 2000. Cit. por F. García y G. Rivera: Supermercados no gracias, Icaria Editorial, Barcelona, noviembre de 2007.
[iv] Periodista, editor de la revista Futuros, coordinador del seminario de Ecología y DD.HH. de la cátedra de DD.HH. de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
[v] SABINI, L.: “La crisis mundial de las producciones locales”, 23 de mayo de 2005, en http://www.biodiversidadla.org/content/view/full/16287
[vi] PEREZ, H.: “La seguridad alimentaria frente al ALCA-TLC”, presentación en el Seminario de Seguridad Alimentaria, realizado en Armenia, Colombia, 2003.
[vii] INFODEMEX: “A 10 años del Tratado de Libre Comercio perdió la autosuficiencia arrocera”, en Argenpress, 1 de agostote 2005, en http://www.argenpress.info/nota.asp?num=022837
[viii] http://www.ine.es/jaxi/menu.do?type=pcaxis&path=%2Ft01%2Fp042&file=inebase&L=
[ix] http://epp.eurostat.ec.europa.eu/cache/ITY_OFFPUB/KS-ED-09-001/EN/KS-ED-09-001-EN.PDF
[x] GALA, R.: “Agriculture without farmers”, Institute of Science in Society, 6 de julio de 2005, en http://www.i-sis.org.uk/AWF.pHp
[xi] http://www.indec.mecon.ar/principal.asp?id_tema=494
[xii] http://www.agcensus.usda.gov/Publications/2007/Full_Report/Volume_1,_Chapter_1_US/st99_1_001_001.pdf y http://www.agcensus.usda.gov/Publications/1997/Vol_1_Chapter_1_U._S._National_Level_Data/us-51/us1_01.pdf
[xiii] http://www.fao.org/economic/ess/publications-studies/statistical-yearbook/fao-statistical-yearbook-2007-2008/a-resources/en/