Los más románticos hablaban de que la crisis culminaría en la refundación del capitalismo, mientras que los más pragmáticos nos conformábamos con que al menos se modificaran cuestiones regulatorias básicas que domesticaran a «la bestia», pero ni una cosa, ni la otra, todo ha quedado como estaba, o peor, porque al menos antes estábamos en la inercia positiva de la bonanza económica y ahora estamos, bueno ahora estamos como estamos.
Sin embargo, sí que parece que la crisis económica servirá para que el chovinismo de los países europeos claudique en favor de sus propios intereses económicos (paradoja existencial previa) y entre todos los miembros de la Zona Euro podamos construir un mercado único con regulación única.
Y es que hasta ahora estábamos haciendo malabarismos nacionalistas, defendiendo unas ideas falaces que castigaban el crecimiento, escondiéndonos en un mercado único con diecisiete regulaciones diferentes, lo cuál, como no podía ser de otra manera, culminaba en ineficiencias y falta de equidad.
Parece que tras las últimas reuniones del Consejo Europeo lo que se ha dado en llamar el Pacto por el Euro terminará por fructificar y acabaremos por unificar criterios, regulaciones y nos regiremos todos por las mismas leyes. Algo primordial para empezar a construir algo y un paso fundamental para iniciar la unión política, que algún día llegará, espero.
Es cierto que se puede dudar de la conveniencia social de ciertas medidas que se pueden tomar, y que se puede debatir sobre las bondades y las perversiones de según que actitudes, pero bajo mi punto de vista, ya habrá tiempo para debatir sobre lo que realmente conviene a la Zona Euro, porque en estos momentos lo único que necesitamos es convergencia, unión de todos los países y una regulación única.
A partir de ella se puede construir la Europa que queramos, pero todos de la mano y jugando con las mismas reglas. Así podremos competir en el mundo como la Unión Europea y no como diecisiete países que se reúnen de vez en cuando para escenificar la Unión Europea.
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