Las ruinas de una casa de 11.500 años de antigüedad, situada en Alaska central, escondÃan el esqueleto incinerado de un niño paleondÃgena de unos tres años. Asà lo revela una investigación norteamericana que se publica hoy en Science y que arroja nuevos datos sobre este grupo de nómadas. Durante la excavación, los cientÃficos contaron con la ayuda de lÃderes tribales indÃgenas.
“El lugar es verdaderamente espectacular en toda la extensión de la palabraâ€, explica Ben Potter, investigador del departamento de AntropologÃa de la Universidad Fairbanks de Alaska (EE UU) y autor principal del estudio que se publica hoy en Science. El trabajo revela el hallazgo del esqueleto incinerado de un niño paleoindÃgena entre las ruinas de una casa de hace 11.500 años en Alaska central.
“La incineración tiene un profundo significado pero también es importante el contexto de este hallazgoâ€, añade Potter, porque el descubrimiento da a conocer nuevos datos sobre la vida cotidiana de los indÃgenas del asentamiento de Upper Sun River, un campo de dunas situado en un bosque de conÃferas cercano a la ciudad de Tanana, (Alaska, EE UU) donde se encontraron los restos.
Este pueblo fue uno de los primeros en colonizar América. “La mayorÃa de lugares a los que accedimos eran campamentos de caza y ahora sabemos que habÃa niños pequeños y mujeresâ€, explica el investigador.
Según el estudio, la casa en la que se descubrieron los restos humanos era una vivienda de verano de una familia. Sus habitantes eran nómadas, cazadores y recolectores, que se alimentaban de pescado, aves y mamÃferos pequeños. El esqueleto encontrado corresponde a un niño de unos tres años que falleció, por causas desconocidas, y fue incinerado en el centro de la vivienda, en una fosa utilizada para cocinar y desechar los desperdicios.
De hecho, en las capas de sedimento de la fosa, de unos 45 centÃmetros de profundidad, los cientÃficos encontraron espinas de salmón, ardillas y perdices trituradas, por lo que el hallazgo del esqueleto “fue una gran sorpresaâ€. Después de la cremación del niño, del que se desconoce el sexo, la fosa fue sellada y la familia dejó la vivienda.
“La casa era el núcleo de muchas actividades residenciales como cocinar, comer o dormir, y el hecho de que abandonaran la casa poco después de la incineración es una prueba convincente del trato delicado hacia el niñoâ€, asegura Potter. La falta de objetos simbólicos fúnebres no se interpreta como un gesto de indiferencia por parte de la familia hacia la muerte del hijo.
Colaboración de los grupos indÃgenas
Para llevar a cabo la investigación, los cientÃficos contaron con la ayuda de los lÃderes de la Tribu de Healy Lake y otros grupos indÃgenas que viven cerca del asentamiento de Upper Sun River.
“Nuestra consulta con los grupos indÃgenas no ha sido sólo un imperativo ético de la arqueologÃa moderna sino que ha forjado una asociación satisfactoria y productivaâ€, reconoce Potter, por lo que seguirán colaborando en un futuro. La Tribu de Healy Lake lo ha denominado niño de la desembocadura del Upward Sun River (Xaasaa Cheege Ts’eniin en lenguaje indÃgena)
Por otra parte, gracias a este descubrimiento, los investigadores creen que los primeros pueblos de Norteamérica llegaron allà desde Siberia (Rusia) a través del istmo de Bering, durante las etapas finales de la última edad de hielo (hace unos 13.000 años).
Además, barajan la hipótesis de que los poblados de Alaska central de la etapa final del Pleistoceno y de la fase inicial del Holoceno (hace unos 12.000 años) formaron parte de un grupo cultural más grande.
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Referencia bibliográfica:
Ben A. Potter, Joel D. Irish, Joshua D. Reuther, Carol Gelvin-Reymiller y Vance T. Holliday. “A Terminal Pleistocene Child Cremation and Residential Structure from Eastern Beringiaâ€. Science. 331. 25 de febrero de 2011. Doi: 10.1126/science.1201581
Fuente: SINC