¿Cómo así? ¿No puedo pensar diferente? ¿Cómo he de entender que el respeto es una orden, que es obligatorio? El respeto nace, se fomenta. Es un juicio de valor, un mérito y no un precio, no es tasable. No vales por lo que tienes, sino por lo que eres.
¿Sera que se pretende, en pleno siglo XXI, aquí y en esta época de bizarro proceder, debamos agacharnos ante el idiota en genuflexa y servil caravana, para poder vivir o sobrevivir?
No logro entender, ¿de qué tamaño debe ser la estupidez de una persona, qué tipo de educación recibió o que cosas debió ver en su niñez en casa, para en palestra pública rebajarse expresando de otra persona y en este caso un dudoso gobernante con “A nuestro amado, imprescindible, incansable y único Comandante Presidente Hugo Chávez” o “El presidente [Chávez] viene a ser en nuestra constitución como el sol que, firme en su centro, da vida al universo….esta suprema autoridad debe ser perpetua y permanente”?
Lo lamento, eso es incongruente con mi pensamiento, debe ser error de programación. Aprendí de muy joven que la palabra vale más que una firma en un papel y que un apretón de mano es suficiente para empeñar la palabra. Aprendí además que Dignidad, Honorabilidad y Respeto a tu persona valen más que todos los patriotismos juntos y más cuando se trata de vulgar patrioterismo, esa caustica mezcla de cretinismo con chauvinismo.
Como dijera Bernard Shaw “Patriotismo es tu convencimiento de que este país es superior a todos los demás” y remató con “Nunca se tendrá un mundo tranquilo hasta que se extirpe el patriotismo en la raza humana”.
¿Cómo se respeta a quienes reducen a simple meretriz de beodos ideólogos, al Libertador Simón Bolívar juntándolo con los criminales hermanos castro y con el asesino che guevara, con los narcoterroristas marulanda y el mono jojoy, con los brutales stalin, mao, hussein o simplemente con chavez? ¿Cómo?
Digno es, el asociarlo con Mahatma Gandhi y Martin Luther King, luchadores por la vida, la igualdad, la inclusión, la libertad, la fraternidad.
Gracias al miedo de perderlo todo, desde los bienes materiales, la identidad y el sentido de pertenencia, la dignidad como persona y la propia vida, hemos ido permitiendo que la vorágine del dinero corrupto y mal habido, la fuerza de la vulgaridad y la grosería, la perversa manipulación de nuestra gloriosa historia, la falta de intelectualidad y estudios de la población, el hambre, la miseria y el ventajismo del poder, nos socave como pueblo, haciendo que perdamos nuestro propio respeto.
Eso ya lo vemos en la calle a diario, ya hasta nos permitimos abusar con el argumento de que “todos lo hacen”. Ya no nos soportamos mutuamente y la ciudad nos engulle. Solo emitimos un quejido, largo y profundo, solo quejidos y hablamos mucho. Nos esperanzamos con unas nuevas elecciones. Esperamos un mesías político como esperamos la navidad.
¿Hasta cuando seremos capaces de vivir con la careta del conformismo y el “no vale, no lo creo”? ¿Hasta cuándo mantendremos el yugo opresor del temor? ¿Hasta cuándo seguiremos volteando la cara y esperaremos para volver a ser ciudadanos de una nación prospera?
¿Hasta cuándo será?
Arq. Víctor Juan Mión Pivetta
@Mionvi
26.11.10