Miquel Porta (Barcelona, 1957), epidemiólogo del IMIM-Instituto de Investigación Hospital del Mar, ha enseñado en instituciones de todo el mundo y actualmente es editor de ‘A Dictionary of Epidemiology’ (Oxford University Press). Profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona desde 1981, es un activo comunicador para el público general de resultados científicos y de sus posibles significados.
¿Cómo fue tu carrera?
A los 23 años fui becario, en condiciones un poco precarias pero muy estimulantes; aprendí mucho y fui feliz. Luego pasé cuatro años en EE UU, primero como estudiante de máster con una beca Fulbright de La Caixa y luego como ‘postdoc’ y profesor. En 1998 el hospital me financió un año sabático en Harvard. Las estancias en el extranjero no deberían ser ninguna novedad, pero desafortunadamente en España no se han convertido en una costumbre. Incluso hoy en día muchos científicos sénior no han pasado ni un año seguido en el extranjero. En España no hemos hecho la autocrítica que hechos como estos demandan.
¿Por qué es tan importante pasar un tiempo en el extranjero?
En primer lugar lo recomiendo personalmente, y en segundo lugar por razones profesionales. Por ejemplo, en EE UU siempre he disfrutado mucho del aprecio que tienen por la libertad de pensamiento, del respeto por el buen estudiante, crítico y creativo, que se reta a sí mismo y a los demás.
¿Qué hace tan diferente al sistema anglosajón?
Es muy exigente y competitivo, pronto marginan al ‘fantasmilla’, y al mismo tiempo es positivo, creativo, te brinda apoyo y oportunidades. Por ejemplo, a los 27 años me ofrecieron una posición de «Assistant Profesor» en la Universidad de Carolina del Norte. Fue increíble ver a un profesor muy establecido pedirme permiso para sentarse en mis clases, y eso es normal allí! Más tarde escribí una crítica del «Dictionary of Epidemiology», contribuí a la siguiente edición con científicos de renombre y años después fui elegido editor. Creo que eso nunca me hubiera pasado en España. Por otra parte, el ambiente de trabajo es muy duro en EE UU, ya que la economía tiene una fuerte influencia sobre la ciencia, lo que fuerza un alto nivel y una competencia que a menudo es fructífera.
¿Qué dificultades ves en la ciencia?
Me preocupa la fragmentación de la investigación biomédica internacional: rompemos el cuerpo humano y su fisiología en un sinfín de ínfimos fragmentos biológicos, perdemos de vista la realidad clínica y el bienestar del paciente. Al final intentamos unir todas las piezas, pero fácilmente nos olvidamos de la complejidad de las enfermedades humanas y de las dificultades de integrar estos detalles para ayudar de verdad a los pacientes. Hay investigación muy ingenua, muy ‘naÁ¯f’, investigadores que creen que resolverán el problema de un cáncer con enfoques tan atomizados y científicamente poco plausibles. También hay una minoría de investigación corrompida por intereses mercantiles a corto plazo. Estoy a favor de investigar en cooperación con buenos empresarios y emprendedores, pero no con especuladores. Me parece especialmente penoso que algunos médicos creen expectativas en sus pacientes sabiendo que son inverosímiles.
¿Por eso intentas hacer investigación integradora?
Sí, en efecto, lo que intentamos es integrar las dimensiones microbiológicas (por ejemplo, genéticas y epigenéticas), clínicas y socioambientales del enfermar. Con una investigación integradora se consigue conocimiento que ninguna disciplina individual podría obtener por sí misma. Como epidemiólogos clínicos somos bastante buenos integrando diferentes niveles de conocimiento científico, desde las moléculas y las células hasta la fisiología, la clínica, la cultura y el ambiente físico.
También dedicas esfuerzo a la comunicación científica.
Sí, me parece necesario y me gusta mucho, aunque cuesta; por ejemplo, escribir un artículo en el periódico es un sufrimiento y un placer…! Ya se sabe, “the pains and pleasures of writing…” Hay algunos científicos que no interactúan mucho con los ciudadanos, las organizaciones sociales y los medios de comunicación; me parece respetable, desde luego. Pero en medicina y epidemiología el propósito final es mejorar la salud de las personas. Nosotros tenemos una tradición de comunicar nuestros hallazgos, intentando marcar diferencias al influir activamente en las políticas públicas y privadas, en las opiniones y en los valores de la gente.