Todas las comidas comienzan con un brindis “Á la vie”. Así se condensa, en un gesto sencillo, la forma de ver el mundo que reina en Mas Favol, una casa que mira al Mediterráneo desde la frontera franco-española. Allí el intercambio libre y directo ha quitado al dinero su papel de intermediario. Algo así es posible con Help Exchange una plataforma internacional que pone en contacto a personas que necesitan ayuda con otras que quieren ayudar.
HelpX, al igual que WWOOF (World-Wide Opportunities on Organic Farms), Work Away y otras organizaciones similares, parte de la idea de un canje voluntario de trabajo por comida y alojamiento. Entre sus bases, siempre ajustables al consenso particular de quienes toman parte en el acuerdo, se dice que las tareas que lleva a cabo el voluntario no deben sobrepasar de media las 4 o 5 horas diarias. Estas actividades pueden ser muy variadas. Desde reconstruir un tejado o cortar y apilar leña para el invierno a vender semillas de tulipanes y narcisos en el mercadillo semanal del pueblo. Todo depende de lo que uno pueda o quiera dar.
Basta con entrar en la página web, escoger un país y decidir qué anuncio es el que mejor se adecua a los gustos e intereses de cada uno. La posibilidad de aprender un nuevo idioma, la curiosidad por participar de otras costumbres y tradiciones, el gusto por viajar y descubrir nuevas regiones, la firme y llana intención de conocer otras gentes. Cualquiera de estas razones, como tantas otras, puede transformarse en el primer paso que pone en marcha la aventura. Una vez en el camino ya no importa tanto el “por qué” que da lugar a la partida como la satisfacción que da todo lo compartido.
Dominique, Nathalie, David y Jean Louis abren las puertas de Mas Favol a personas de todo el mundo que, desde hace varios años, les traen “esperanza y diversidad”.
“Son personas felices, llenos de vida y energía. Con gente así el mundo no está perdido. Todos ellos nos han enseñado que existe una realidad distinta de la que cuentan los periódicos y las radios”, afirma Dominique Demoule.
Esta pequeña masía catalana cercana a la localidad francesa de Céret y escondida al abrigo del Canigou (una de las cumbres más altas de los Pirineos Orientales) es punto de encuentro para todos aquellos que alzan y juntan sus copas por la vida antes de cada comida.
“HelpX ofrece una oportunidad formidable para crear un sistema paralelo al de la sociedad actual. Un sistema basado en la fraternidad, los valores humanos y el entusiasmo”, coinciden Nathalie y David Langlet.
Como ésta, hay miles de casas, granjas, cooperativas y otras posibilidades repartidas por los cinco continentes en las que se practica el intercambio justo. Todas muy diferentes pero todas sujetas a un denominador común de creación a través del que se generan ocasiones para aprender de uno mismo y de los demás. Puertas y ventanas infinitas a las que llamar y asomarse para hacer valer el deber que el poeta indio Rabindranath Tagore puso sobre los hombros de todo viajero: golpear en todas antes de volver a llamar en la suya propia.
Nicolás y Rocío, una pareja de viajeros argentinos, han pasado por dos estancias diferentes, primero en Escocia y después en Francia. Ellos están convencidos de que volverán a repetir porque quieren seguir viendo el mundo “con ojos de local” sin dejar de conjugar siempre sus verbos favoritos, “sentir, aprender, compartir, ver, conocer, vivir”. Pero advierten de que en cada experiencia hay siempre “cosas buenas y malas”. Al criterio de cada uno queda el saber discernir. Separar el grano de la paja para aprender de ambas. Aprovecharlas.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da”, decía el estribillo de una canción en la que el uruguayo Jorge Drexler forjaba, eslabón a eslabón, una larga cadena de mutaciones y conversiones. Titulaba y concluía que “todo se transforma”. Dar y recibir, a fin de cuentas intercambiar. Una manera libre y sencilla de transformar el mundo a través de la ayuda mutua y de la fuerza del entusiasmo. Eso es HelpX. Sin intermediarios.