Decir que hemos vuelto a los años de la Dictadura no es precisamente una ironÃa falta de argumentos. Es una constatación, cuajada de ejemplos, que nos lleva a una preocupación constante sobre el porvenir de nuestros hijos.
Si leemos las portadas de la Prensa, cada dÃa nos encontramos con anuncios que lo confirman.
La I+D está muerta en nuestro paÃs, hace tan solo tres años, una de las mejores Ministras que ha tenido nuestro paÃs (posiblemente por ser una gran investigadora) Cristina Garmendia, situó la Investigación y el Desarrollo español entre los mejores de Europa.
Este retraso lo prueba la cantidad de jóvenes que cada dÃa, en los telediarios, nos cuentan por qué han tenido que marcharse de España para desarrollar sus proyectos tecnológicos y como nuestro Gobierno apuesta por el trabajo barato tercermundista.
A pesar de que la Ministra de Trabajo está recibiendo toda clase de ayudas Europeas para crear empleo, ha  firmado con la Ministra de Trabajo alemana un acuerdo para mandar a nuestros jóvenes con contratos baratos de formación aquel paÃs, mientras tanto el Plan de Empleo arranca con la mitad del dinero prometido.
Cuando ves todo esto y, al mismo tiempo, a la Prensa en la puerta de los juzgados, confirmando que buena parte de la cúpula del Partido en el Gobierno recibÃa ‘sobre-sueldos’, que al parecer declaraba a  Hacienda… y te preguntas ¿de dónde procedÃan esas enormes cantidades de dinero? Las cuotas de los militantes de los Partidos PolÃticos apenas cubren el mantenimiento de sus sedes… Las Campañas electorales cuestan un ojo de la cara y parte del otro. ¿Tienen una máquina de hacer billetes de 500 euros? Muchas dudas y demasiadas casualidades que nos hacen pensar en la época dictatorial, época en la que los juicios terminaban con sentencias incomprensibles o con causas prescritas.
El dinero de las administraciones, en vez de invertirse en crear empleo, se va en obras faraónicas que terminan sin tener ninguna utilidad para los contribuyentes, y mire usted, ¡qué casualidad que esas obras las realizan siempre las mismas empresas!, ¡igualito que en los años 50!